Oriente y occidente aplican sus diferentes maneras de entender el espacio y la vida en la ciudad para recuperar La Artística y adaptarla a las necesidades del siglo XXI. Una veintena de estudiantes de último curso de la ETSAC de A Coruña y el Instituto de Tecnología de Harbin han participado durante los últimos meses en un programa de intercambio consistente en proponer soluciones a este "reto arquitectónico y urbano".

Los alumnos del centro gallego, que han realizado sus trabajos bajo la tutela del profesor Jesús Irisarri, defendieron recientemente en la ciudad china las ideas que podrían recuperar para uso público el complejo industrial abandonado desde finales de los 90. El jurado, integrado por docentes de ambas escuelas, otorgó la máxima nota al diseño de los gijonenses Jaime Álvarez Lastra y Laura Gómez Escudero. A una sola décima se quedó el estudiante de Harbin Li Lei. Más allá de sus evidentes diferencias en la escala y su concepción de lo histórico, ambos proyectos proponen convertir La Artística en una zona de referencia de la ciudad en la que disfrutar de la cultura y el ocio, residir y atraer al turismo.

Los alumnos de la ETSAC y la escuela china visitaron la parcela en marzo y recurrieron a los numerosos trabajos, blogs y foros sobre el patrimonio industrial vigués disponibles en internet para documentarse. Algunos de ellos llegaron a contactar con expertos y movimientos ciudadanos que abogan por recuperar este cpítulo de la historia urbana.

El jurado pedía ideas innovadoras pero adaptadas al plan general vigente, además de "rentables, sostenibles y habitables". "Teníamos que fijar usos con un posible beneficio económico. Irisarri siempre insistió en que fuesen proyectos realistas y adecuados a las demandas de hoy. La regeneración de una zona industrial obsoleta está al orden del día en nuestras ciudades y es inspirador", señala el tándem Álvarez-Gómez.

Ambos recurrieron a fotografías para entender "cuál era la función y el sentimiento" de la fábrica metalgráfica creada en 1906 por Eugenio Fadrique y que contaba en su plantilla con dibujantes e impresores. En sus talleres se forjaron algunas de las revoluciones del sector como la fabricación en los años 20 de juntas de caucho para sellar las latas de conserva.

"En clase siempre nos planteábamos qué merecía la pena conservar y qué se podía derribar. Estuvimos dibujando exhaustivamente el edificio número 3 [la nave de mayor volumen paralela a Ramón Soler] y nos dimos cuenta de que había sido diseñado con cierta grandeza clásica y con bastante mimo. Conseguimos entender su identidad y nos encariñamos de él. Cuando defendimos el proyecto en Harbin dijimos que no necesitaba de grandes intervenciones para ser grandioso", subraya Laura Gómez.

"Y además de tener valor en sí mismo, decidimos darle la vuelta para que pasase de una función industrial a una producción cultural y social. Lo concebimos como un Centro Pompidou a la escala de Vigo con una escuela de baile, un pequeño escenario, una biblioteca y un aula de estudio. Y todos estos usos se retroalimentan unos de otros. La intención es que el edificio actúe como un imán de actividad", añade Jaime Álvarez.

Su proyecto también conserva el antiguo taller mecánico, precedido del depósito de hormigón y reconvertido en una "fábrica de la memoria": "Es una pieza muy bonita y el Pepri contempla la posibilidad de desmontarla y llevarla a otro lugar, lo que nos parece absurdo porque fuera de ahí sería un decorado. Nuestra propuesta es que albergue una exposición permanente y cambiante de la memoria industrial de Vigo, que enseñe los procesos que tenían lugar en La Artística o La Panificadora, y donde se vendan productos relacionados".

Los autores piensan en la "gran afluencia" de cruceros en Vigo. "A los pasajeros se les enseña el casco antiguo y poco más, pero hay un patrimonio que no se vende y el taller mecánico podría mostrar ese pasado", sostienen.

Estos edificios que conservan la memoria convivirían con nuevos elementos que introducen usos complementarios como viviendas y bajos comerciales que generan "actividad económica y una zona pública". El proyecto también contempla espacios de coworking y oficinas, así como una plaza y zonas de restauración que serían "permeables" para los trabajadores de las fábricas adyacentes.

"La zona carece de un espacio público y de una zona verde de calidad y queremos generarlos. Hemos pensado mucho en los nuevos usuarios potenciales que buscan algo diferente, pero también en los que viven y trabajan en los alrededores de la parcela. Pretendemos que no sientan el proyecto como algo ajeno, sino que también ellos se sientan atraídos por la arquitectura moderna", apunta Álvarez.

En definitiva, convertir el complejo depauperado en una zona de referencia dentro de la ciudad: "Queremos que la gente diga ´Voy a La Artística a estudiar, a vivir o de compras´. Que sea reconocible y tenga una entidad ".

Ambos estudiantes encontraron grandes diferencias entre las propuestas surgidas de la ETSAC y las de Harbin. "Sus intervenciones son a gran escala, pero nuestras decisiones tienen más poso. Antes de colonizar un edificio hacíamos una reflexión muy grande, pero ellos absorbían la estructura sin pudor. Son muy atrevidos y muy trabajadores", reconoce Gómez. "Nosotros jugábamos en casa, pero a ellos les costó entender la ciudad europea. Las suyas están apareciendo y las nuestras se están reparando. Ellos no tenían tan en cuenta la relación con el entorno, hacían proyectos más grandes y los posaban allí", añade Álvarez.

El tándem celebra el esfuerzo realizado por los centros para poner en marcha este programa y la "hospitalidad" de los estudiantes y docentes chinos: "No podíamos pedir una experiencia mejor para acabar nuestros estudios. Todos estamos encantados. Hemos aprendido mucho a nivel personal y académico y el intercambio nos servirá para presentar nuestros proyectos fin de carrera el próximo año y de cara al futuro".

A los dos les encantaría exponer en Vigo su trabajo y los del resto de compañeros para que los ciudadanos sean conscientes de las posibilidades de La Artística: "En cuanto el mercado libre se apropió de las ciudades y la construcción se convirtió en negocio la arquitectura se olvidó, pero nosotros estamos convencidos de su necesidad y su poder. Y en la escuela se nos inculca este sentido poético de la profesión".