"El trabajo me salva la vida y no es una exageración". La afirmación es de Luis Adolfo Morales, uno de los 41.000 gallegos con una patología mental certificada. Aunque todavía hay mucho camino por recorrer, cada día son más las empresas asentadas en la provincia que lanzan un salvavidas a este colectivo. En el último año, la confianza de los empleadores en la capacidad de estos trabajadores se ha incrementado en un 40%: han incorporado a sus plantillas a 44 personas, frente a las 26 que contrataron en 2011. La fórmula que ha posibilitado estos buenos resultados son los períodos de prácticas que ha impulsado la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes). "Los empresarios entran en contacto con ellos y les ayuda a romper con los estigmas que pesan sobre la enfermedad mental", explica Isabel Seguín, prospectora laboral de la sede en Vigo.

Es precisamente el desconocimiento sobre las patologías de la psique y su repercusión en el puesto de trabajo lo que provoca que solo un 5% de este colectivo logre un empleo. "La imagen más habitual que tiene la gente es la del personaje de Paco Rabal en 'Los Santos Inocentes' o la de una mujer con un ataque de histeria", lamenta Luis y recuerda que en algunas entrevistas de trabajo se "le cambiaba la cara" al empleador cuando comentaba su problema. A pesar de ello, nunca se ha sentido tentado a ocultarlo: "No pienso que sea una cosa para esconder. Es como al que le falta un dedo. Nosotros somos personas a las que, a veces, nos puede la mente, pero no nos impide realizar trabajos". Seguín añade que no solo son empleados capacitados, sino que en la mayoría de los casos demuestran más implicación y esfuerzo para demostrar su valía.

Los convenios de prácticas, que Feafes realiza desde 2009, están descubriendo esta realidad al mundo empresarial y contribuyen a derribar erróneas concepciones sociales sobre este colectivo. En estos acuerdos están implícitos desde el servicio de orientación laboral, hasta seguimientos individualizados de los casos y apoyo tanto a los becarios como a los encargados de personal de las empresas. "Hoy notamos una mayor apertura -analiza Isabel-, pero todavía hay mucho por hacer". En estos tres años, han colaborado con ellos 18 empresas de diferentes sectores de actividad. Sin embargo, estas prácticas solo han culminado en inserción laboral en tres de ellas (Marodri, Grupo Leche Pascual y Decathlon). Las labores de limpieza, mantenimiento y almacén son las más habituales entre los pacientes que logran emplearse. Los puestos de cara al público son casos más difíciles de encontrar. De ahí la excepcionalidad de la implicación de Decathlon en Vigo, en los dos últimos años. Contrataron en 2012 como dependientes (desde dos a seis meses) a seis de los becarios que pasaron por sus instalaciones. En el primer mes del presente ejercicio ya han formalizado otros dos. Uno de ellos es el de Luis Adolfo Morales, que atiende a los clientes en la sección de Deportes de nieve. La responsable de recursos humanos de la superficie comercial explica que, si no contrataron a los otros tres que participaron en el último período de prácticas es porque se redujo la necesidad de personal tras la campaña navideña. Tania destaca la implicación personal del director de la tienda, David Lorenzo, con los colectivos de personas con necesidades especiales y explica que han llegado a ser 15 en la plantilla. "La filosofía es que, como no somos diferentes, debemos tener las mismas posibilidades", sostiene.

Romina Álvarez fue la responsable de una de las últimas personas que accedieron a un empleo en Decathlon a través de estos convenios. "Al estar acostumbrada a un entorno social más reducido, una de las mayores dificultades que encontró fue enfrentarse a los clientes; pero, al final, se notó una gran evolución", describe y destaca que lo importante es que el responsable de estos trabajadores "genere un clima de confianza para que estas personas expongan sus necesidades". Morales subraya que en Decathlon lo consiguen con creces.

La Diputación de Pontevedra ha colaborado con el Programa Practicum de Feafes en sus dos ediciones. Los beneficiarios reciben una ayuda por desplazamiento, aunque no cotizan por las prácticas.