"¿Qué quieres ser de mayor?", te preguntan cuando empiezas a tomar conciencia de cómo funciona el mundo. Si la respuesta es "médico", no piensas en ser oftalmólogo u oncólogo, piensas en llevar bata y en poder curar cualquier enfermedad usando el fonendoscopio a modo de varita mágica. Esa vocación, en el imaginario infantil, se refiere al médico de familia, al que ve a la gente crecer, saluda a la familia por la calle y parece tener la clave para mitigar cualquier tipo de dolencia. A aquella idea primaria y lejana atribuyen los 13 MIRs que están a punto de completar su formación en distintos centros sanitarios del área viguesa, la elección de la especialidad que les permitirá ejercer como médicos de cabecera.

Por "cuatro años de largas horas de guardia, de estudio intensivo y de rotaciones continuas de puesto, dudas y lecciones" recibieron ayer un homenaje-despedida que llenó la sala de conferencias del Centro Social Novacaixagalicia de tutores, compañeros de profesión, familiares y amigos, para asistir a la relación de "últimos consejos" que el gerente de Atención Primaria del área sanitaria de Vigo, Javier Caramés, y la directora general de Asistencia Sanitaria del Sergas, Nieves Domínguez, profirieron a los residentes.

De los nuevos fichajes para la plantilla del Sergas, diez son naturales de la ciudad olívica y los tres restantes se mudaron desde otros puntos de Galicia en 2007. Pero todos tienen algo en común, los "ocho meses seguidos sin pisar casa y 4.048 horas de guardia", contó Pedro Dacal, que actuó como representante de los MIRs en un emotivo discurso. Tampoco saben en qué centro ejercerán cuando culmine el periodo de residencia el 23 de mayo. "Ahora mismo no vemos nada en el horizonte", señaló Pedro, que tendrá que aguardar, al igual que el resto de sus compañeros, a conocer la oferta de plazas disponibles "a principios de junio". Aunque tras la experiencia de los últimos años todos admitieron querer tomar consulta en algún centro de salud vigués.

"El principal combustible"

En el acto no solo se rindió tributo a los jóvenes, sino que se extendieron los elogios a la Medicina Familiar y Comunitaria, "principal combustible del servicio sanitario y producto de primera necesidad", y se apeló a revalorizar la especialidad para que se incremente la demanda de estas plazas entre los titulados.

Los "casi" médicos de familia desfilaron uno a uno para recoger sendos diplomas y obsequios de cerámica, y recibieron un último reconocimiento a su "inestimable esfuerzo": un apasionante concierto a cargo de la violinista Gabriela Correa.