Los tres fosos y los restos de cerámica romana encontrados en las obras de la calle Celso Emilio Ferreiro, bajo el suelo que ocupaban desde hace décadas varias chabolas en estado ruinoso, podrían ser solo la punta del iceberg de lo que oculta la ladera este de O Castro. ¿Eran las zanjas parte de un sistema defensivo? De entrada la arqueóloga de la ingeniería que dirigió el control, Eva Albaladejo, considera que tenían un fin de protección del antiguo poblado, lo que constituiría un hallazgo inédito después de que sucesivas campañas realizadas en otros puntos del monte –la primera en 1952– pusiesen al descubiertos 45 construcciones pétreas y abundante material datado entre los siglos III a.C y III d.C, época en la que está datado el yacimiento.

Técnicos de la Dirección Xeral de Patrimonio, dos arqueólogos municipales y la citada directora de la intervención inspeccionaron la zona tras aparecer los restos y paralizarse las obras de humanización. El informe municipal ya está redactado, y la experta que lo firma propone varias opciones para actuar, desde mantener el proyecto de reforma de la calle haciendo una excavación limitada al sector más próximo a Venezuela; hasta una actuación más amplia para encajar nuevas piezas del Vigo castrexo y romano. Pese al abanico de posibilidades, deja claras en su informe las expectativas que se abren si se elige una intervención ambiciosa. "Sería de gran interés una excavación en área excediendo los límites de la propia obra, con el objeto de documentar debidamente los restos en planta, determinar la funcionalidad de los fosos localizados y comprobar si se pueden corresponder con el sistema defensivo de O Castro, no localizado hasta ahora en ninguna de las intervenciones efectuadas en el ámbito del yacimiento", explica.

Tras el derribo de las chabolas, los técnicos encontraron una fosa en forma de U con 4,60 metros de longitud y 3,85 de altura sellada con abundante material cerámico fechado en el cambio de era (50 a.C a 50 d.C). Después aparecerían nuevas fosas de gran tamaño, una de 5,35 metros de largo, también con materiales romanos, y otra de 5,35 metros, indica la arqueóloga municipal en su informe. La hipótesis inicial es que los fosos fueron construidos por los habitantes castrexos y reconvertidos por los romanos en vertederos de ánforas. El Concello decidirá si investiga en busca de historia oculta bajo el monte.