La educación sexual de la mayoría de los universitarios se reduce a una charla en el instituto impartida por personas ajenas al centro. Los planes de estudios de las carreras de magisterio carecen de estos contenidos y su inclusión tampoco es obligatoria en los nuevos grados adaptados a Europa. Además, la formación se centra casi exclusivamente en los problemas -enfermedades, embarazos no deseados-, que en los aspectos positivos.

Ante este panorama, dos investigadoras del campus ourensano, María Lameiras y Victoria Carrera, han editado el libro Educación Sexual. De la teoría a la práctica (Ed. Pirámide) que pretende servir de orientación a docentes y también a profesionales que no pertenezcan al sistema educativo.

“El modelo actual se caracteriza más por lo que se silencia y se oculta, que por lo que se enseña. La sexualidad sólo se aborda desde su componente biológico o higienista, pero no como una dimensión de la persona. Debe estar integrado en el proceso educativo a lo largo de la vida, no limitarse a unas horas”, lamenta Lameiras.

La investigadora asegura que el libro “no es un manual de recetas”, sino que invita a “reflexionar” sobre una educación sexual que “integre” todas las identidades y que “supere el modelo hegemónico normativo”. “No se trata de adoctrinar, sino de informar y formar en valores como en otros ya asumidos: la igualdad o los derechos humanos. Si es bueno tener tres parejas a la vez o no, eso debe decidirlo la persona”.

La experta imparte desde hace más de una década este tipo de contenidos a los universitarios que se forman como profesores: “Sorprendentemente no he notado cambios en los conocimientos. Tienen lagunas enormes. Salvo loables excepciones, la mayoría de los estudiantes han tenido una charla en el instituto ofrecida por alguien de un centro de planificación familiar o Cruz Roja y que se ha centrado, sobre todo, en el sida, el preservativo masculino, no el femenino, y los embarazos no deseados”.

En este sentido, Lameiras opina que la polémica generada en torno a la Ley del Aborto y la posibilidad de que las menores interrumpan su embarazo sin el consentimiento de los progenitores debería centrarse en la falta de educación sexual.

“La misma ley pone sobre la mesa que es necesaria, pero no se refiere a la formación de los profesionales. Las chicas de dieciséis años tienen relaciones, eduquémoslas entonces para que tomen precauciones y para que si se produce una situación de embarazo tengan la suficiente madurez y autonomía moral para asumirla. Los padres deberían estar preocupados por cómo educan a sus hijas y no por la ley. Si en casa hay comunicación, hablarán con ellos”, opina.

Necesidad de aprender

La experta, que hoy presenta el libro en la Faculta de Ciencias de la Educación de Ourense, asegura que los jóvenes tienen a su alcance mucha información, pero que por sí sola es insuficiente: “En internet hay muy buenos contenidos, pero deben tener conciencia de que necesitan saber y aprender”.

Para Lameiras, el sexo sigue siendo “uno de los grandes tabúes”, por eso la educación en este campo no aborda el deseo o el placer. “Se les dice que ya aprenderán y se mantienen un montón de estereotipos y mitos”, critica. La permanencia de los valores judeo-cristianos, añade, influye en “la invisibilización del deseo femenino, que se asocia con el pecado”.