Si la suerte al hombre durmiendo le viene, hay casos en que hace una excepción. Ayer por la mañana, Emma Álvarez Posada, vecina de Teis, se despertó a las 7.50 horas, un poco antes de lo habitual. Fenómeno trivial que le puede pasar a cualquiera pero que, según le informarían después los Bomberos, salvó la vida de ella y su marido José Eugenio de morir intoxicados por una fuerte inhalación de humo procedente de los acumuladores térmicos del sistema de calefacción.

Cuando Emma abrió los ojos, su habitación era una nebulosa negra. La cara de José Eugenio se dibujaba en una máscara de tizne oscuro y un fuerte olor a combustible impregnaba el ambiente. "En lo primero que pensé fue la bombona de butano. Sabía que la había cerrado, pero corrí a cerciorarme. Fue cuando vi que los cuatro acumuladores eléctricos de la casa estaban completamente negros, al igual que las paredes", relata la joven vecina del número 49 de la calle Enrique Lorenzo.

Los Bomberos, que se desplazaron inmediatamente a la vivienda, no supieron darles una respuesta clara de lo que había pasado. "Dijeron que habíamos salvado la vida de milagro y que no habían visto nunca una intoxicación debida a la combustión de aparatos eléctricos. Porque no hubo fuego alguno", explica José Eugenio. El matrimonio fue trasladado en ambulancia al hospital Xeral, donde les dieron el alta a las pocas horas.

Al mediodía, aún persistía el olor a combustible dentro del apartamento, a pesar de todas las horas de ventilación. Las paredes presentaban caprichosas formas negras y pequeñas partículas permanecían acomodadas sobre la ropa, los papeles y el suelo. En los frisos, el material se había solidificado en hilos que semejaban telarañas.

"Nunca había imaginado que se podría morir intoxicado con una instalación eléctrica. ¿Cómo duermo tranquilo ahora?", expresa indignada Emma.

Un caso extraño

El matrimonio afectado no sabe a quién pedir responsabilidades. Desconoce si lo acontecido se debe a problemas derivados de la adaptación de la antigua tarifa nocturna al nuevo sistema de discriminación horaria. José Eugenio intenta buscar una explicación: "Yo me acosté a las dos de la mañana y estaba todo en orden. Y por la mañana todos los calefactores del piso, cuatro, se habían visto afectados. No fue un fallo aislado en uno".

Sin embargo, si se hubiese producido una sobrecarga eléctrica por exceso de potencia, lo normal es que hubiese saltado el diferencial y que, como mucho, se quemasen los aparatos eléctricos de la casa. Este tipo de calefactores carece de cualquier tipo de combustible. Se componen de un conjunto de resistencias y de ladrillos refractarios de adobe que acumulan calor durante las horas económicas de la tarifa, para ir desprendiéndolo por ciclos a lo largo del día. Como explica un electricista de Instalectra, la electricidad se compone, esencialmente, de un flujo de electrones y carece de cualquier cosa susceptible de provocar cenizas u ocasionar olores tóxicos, siempre que no haya un incendio.