Puede uno perder su casa por no hacer frente a una deuda insignificante? Si no se paga, sin duda. Y un ejemplo real lo encontramos en los juzgados de Vigo, donde se va a sacar a subasta un bajo comercial valorado en casi 500.000 euros ya que la empresa que ejercía allí su actividad debe poco más de 300 euros a la comunidad de vecinos del edificio. El juzgado no ha tenido más remedio que ponerlo a merced de la puja pública. Y dos son las razones fundamentales: la imposibilidad de localizar al deudor y el hecho de que el bajo sea el único bien que figure a nombre de la empresa. No está, sin embargo, todo perdido: la subasta se celebrará después del verano, pero si se abona la deuda antes de que se produzca una adjudicación firme, todo quedaría reducido a una mera anécdota. Y claro, a un buen susto.

El Juzgado de Primera Instancia Número 10 de Vigo tiene varias subastas previstas para el próximo mes de septiembre. Un piso en la avenida de Camelias, un barco pesquero y este bajo comercial de la calle México que, sin ninguna duda, es el caso más curioso de los tres. "No hay forma de localizar a la empresa", aseguran fuentes judiciales.

El domicilio social es precisamente ese bajo, en el que ahora no hay actividad ni nadie que al parecer recoja las notificaciones que fueron remitidas por el juzgado. La deuda es irrisoria, pero hay que cobrarla, así que, al no existir ningún otro bien a nombre de la empresa, la subasta de este inmueble situado en pleno centro de Vigo -tiene 138 metros cuadrados y está valorado en 485.000 euros- es la única vía legal que existe en este momento para cobrar esas 50.000 de las antiguas pesetas.

Origen

¿Y cuál es el origen de la deuda? La empresa debía a la comunidad de vecinos de ese edificio de la calle México más de 400 euros de varias mensualidades de los años 2004, 2005 y 2006. El caso llegó al juzgado ese último año y, tras la celebración de un procedimiento monitorio, acabó pagando esa cantidad. Pero no había quedado todo saldado: la sentencia dictada por el juez obligaba a esta empresa a pagar las costas -los honorarios de abogado y procurador de la comunidad vecinal-, que ascienden a 316,84 euros y que no fueron abonadas.

Poniéndose en el peor de los casos, es decir, que la empresa no satisfaga definitivamente esta deuda, el 15 de septiembre se celebraría la subasta. Por ley, no se puede vender por debajo del setenta por ciento del valor tasado: si alguien pujase y comprase, podría hacerse con el bajo por unos 340.000 euros.

Una vez se entreguen los 316 euros al acreedor, en este caso la comunidad de vecinos, el resto del dinero, prácticamente la totalidad, seguiría perteneciendo a la empresa. ¿Pero qué ocurriría si siguiese sin ser localizada?. "Está claro que el juzgado no se va a quedar con esa cantidad; habría que consignarla al Estado", señalan las mismas fuentes. No es la primera vez que ocurren casos tan curiosos como este: "Al final suelen pagar y la subasta ya no se llega a celebrar".

Habrá que esperar, pues, a ver el desenlace. Pero ésta no será la única subasta en un juzgado que celebrará tres en septiembre tras años de muy escasa actividad en lo que a este tipo de pujas se refiere. El día 30 de ese mes, a las diez de la mañana, se subastará un buque pesquero, el Pico da Lebre, construido en USA en 1990 y que saldrá a la venta por 135.000 euros, una cantidad que ya había sido pactada previamente en caso de que, como ha ocurrido, la embarcación acabase siendo objeto de una puja.

Y sólo un día antes, el 29 de septiembre, los interesados en hacerse con una vivienda podrán pujar por un piso que se encuentra ubicado en la avenida de Camelias y cuya valoración es de 177.000 euros. Una deuda de 139.000 euros de la hipoteca por parte del propietario es la razón de que esta casa se encuentre en esta situación.

Aunque en otras ciudades las subastas se publicitan en Internet e incluso a través de la prensa, en la ciudad olívica el aviso sólo consta en los tablones de anuncios de los juzgados correspondientes, los de Primera Instancia. Las pujas se celebran en la sala de vistas e incluso, si no son muchos los postores, en los despachos de los funcionarios.