José Portas disfruta estos días en su Marín natal de unas merecidas vacaciones navideñas junto a su mujer y sus dos hijos. Unas fiestas con las que finalizará un mes que comenzó de forma accidentada para este experimentado marinero de 44 años: él es uno los dos patrones gallegos que estuvo retenido en Mauritania por el supuesto choque del barco en el que faena, el Bahía de Portosanto, con un cayuco con cinco pescadores a bordo que han sido dados por muertos. Una colisión que este marinense niega. Casi tres semanas después del incidente, asegura que en todo momento estuvo "tranquilo" y que recibieron un buen trato de autoridades y policías de aquel país.

-¿Qué recuerda de la noche del incidente?

- Estábamos recogiendo los aparejos para ir al puerto de Nuadibú a descargar. Los dos patrones [él y el también vecino de Marín Juan Iglesias] permanecíamos en el puente cuando notamos algo, como si una red o un cabo se enredase en la hélice. Paramos el barco, encendimos las luces y vimos restos como bidones, un salvavidas... Nos imaginamos que un cayuco habría volcado por el mal tiempo. Sacamos la red y estuvimos más de media hora dando vueltas por si había supervivientes, algún cadáver, pero nada, sólo vimos otros cayucos. Pero nosotros no chocamos en ningún momento con la embarcación siniestrada, porque eso lo notaríamos. No fuimos los responsables.

- Cuando quedaron libres la armadora tuvo que pagar una indemnización a las familias de los cinco marineros que iban en el cayuco y que supuestamente fallecieron.

- Para no tener problemas lo que suele hacer en estos casos la compañía aseguradora es aceptar la responsabilidad del accidente. Es para evitar una investigación larga y no tener que estar allí retenidos un mes mientras los peritos investigan, se interroga a los pescadores de otros cayucos... Aceptamos pagar una compensación a las familias y al dueño de la embarcación. Al principio apareció un cadáver y al final nos cargaron a cinco, aunque los cuatro restantes, por lo que sabemos, nunca aparecieron. La sucesiva aparición de los herederos fue lo que provocó que estuviésemos retenidos tantos días.

- Las primeras noticias que se recibieron en España es que usted y el patrón de pesca estaban detenidos.

-No fue así. Sólo estuvimos retenidos. Es más, desde un primer momento nos dijeron que no había ningún problema, que no éramos delincuentes y que aquello sólo era una investigación para ver lo que había pasado. De hecho, fueron a ver nuestro barco y comprobaron que no tenía golpes. La primera noche [jueves] tuvimos que dormir en comisaría, por lo que fuimos a buscar colchones al barco, y al día siguiente estuvimos vigilados por dos policías, pero durante el fin de semana [el lunes ya quedaron libres] ya estuvimos a nuestro aire, comiendo y durmiendo en el pesquero, saliendo a dar alguna vuelta por allí... Incluso en comisaría nos dejaban salir a fumar... Parece que este tipo de incidentes son habituales, porque esos cayucos son muy frágiles: están hechos de materiales como madera o aluminio.

- Otros patrones que faenan en Mauritania denunciaron que estas embarcaciones artesanales andan sin control y sin luces en plena noche.

-Es cierto. Estábamos a unas 50 millas y se supone que ellos no deben pasar de las seis millas. Son peligrosos, porque de noche se suelen juntar tres o cuatro y se queda una persona vigilando. Pero no tienen luces y sólo cuando estás casi encima de ellos encienden una `lucecita´, como de un mechero. Nosotros solemos ir bordeando, precisamente para evitar encontrarnos con ellos.

- Ahora, tras el mal trago, disfrutando de las navidades.

-Sí. Llevaba unos cuatro meses y media de marea y en un plazo de quince días volveré a Mauritania.