La política de ayudas públicas para reformar viviendas en el rural supuso un boom de establecimientos turísticos en estas zonas en la década de los noventa. Pero se abrieron casas "sin planificación", que se convirtieron en meros alojamientos que solo ofrecen una cama y que no contribuyeron al desarrollo local de las zonas en las que se implantaron. Los expertos reunidos ayer por el Foro Económico de Galicia en Ribadavia coinciden en que las cosas "se hicieron mal" y abogan por una "reconversión" que, según dicen, pasará por "una criba" de los establecimientos para que al final queden los que realmente funcionen, por una "profesionalización del sector" y por vincularlo a actividades complementarias como la gastronomía, el deporte o la naturaleza.

La Xunta anunció un nuevo decreto de las casas de turismo rural que además cambiará la tradicional clasificación por un sistema de estrellas de color verde similar a la que emplean ahora los hoteles. Y abogó por limitar las subvenciones. Profesores universitarios y representantes del sector y de la Xunta debatieron en unas jornadas celebradas en las Bodegas Casal de Armán sobre las debilidades del turismo rural en Galicia y abordaron propuestas de futuro. En este foro advirtieron, en todo caso, que no se puede ligar el desarrollo económico del rural a potenciar el turismo. "Es una actividad complementaria", señalaron alguno de los intervinientes que también alertaron contra el riesgo de vender una imagen "estereotipada y simplificadora" del rural. "No se puede disneyficar el campo porque no se cumplirán las expectativas del turista", advirtieron ayer.

Además cuestionan el escaso retorno económico que ha tenido el turismo rural a pesar de las fuertes inversiones en el sector. En su opinión, creen que hay que medir el impacto de esta actividad no solo desde el punto de vista de la rentabilidad monetaria sino de la preservación del medio ambiente. Los ponentes creen que los habitantes del rural cuidarán más el entorno si atrae turistas y esto puede contribuir incluso a reducir incendios.

En Galicia hay 600 casas rurales, pero todos los expertos coincidieron en que no es una cifra real, puesto que muchas se beneficiaron de las subvenciones para reformar la casa pero no la tienen operativa. La prueba es que el 17 por ciento de los propietarios argumentaron que abrieron el establecimiento solo porque recibieron una casa de herencia y quisieron sacarle partido. Y únicamente dos de cada diez alojamientos viven exclusivamente de esta actividad -el resto la compatibiliza con otros ingresos, como los procedentes de la agricultura-.

Pero además falta por profesionalizar el sector, por darle formación a los propietarios para que se comporten como empresarios y con ofertar un producto de calidad que no se limite a alquilar una cama. Uno de los ejemplos que dio uno de los ponentes fue revelador. "En una casa de turismo rural le pregunté a la señora donde compraba las lechugas y me dijo que en el supermercado", explicó.

Los establecimientos de turismo rural se quejan de las elevadas trabas burocráticas que tienen que soportar, como tener que presentar varias copias de registros de limpieza de baños, como si fueran un hotel, o cumplir con unas condiciones de salubridad alimentarias difíciles de demostrar cuando lo que ofertan a sus turistas son productos de su propia huerta. Además, en la Ribeira Sacra, han surgido quejas de algún establecimiento por tener que pagar un IBI muy elevado. "Es una losa más sobre el sector", expuso una de las ponentes que advirtió que alguna casa rural le ha trasladado que tendrá que cerrar por culpa de esta elevada carga fiscal.