Galicia vivió este mes una ola incendiaria con grandes fuegos que obligaron a desalojar a unos 2.500 vecinos en núcleos rurales. Las llamas devoraron en menos de siete días 7.000 hectáreas, el 90% de toda la superficie calcinada en lo que va de año en toda la comunidad. En la actualidad, el precio de venta de las tierras forestales en Galicia es la mitad de lo que paga por una finca agraria. Tan solo 0,85 euros por metro cuadrado de un terreno en el monte gallego frente a 1,5 euros que se paga por una parcela para cultivo en el período 2008-2011.

Los ingenieros agroforestales María José Enríquez y Eduardo José Corbelle publicaron este año en la Revista Galega de Economía su trabajo La compraventa de tierras rústicas en zonas de especial interés agrario de Galicia: las líneas de un nuevo mapa sobre un viejo precepto. En esta publicación los expertos de la Universidad de Santiago (USC) calcularon que la tasa de transferencia -el porcentaje que representa la superficie total de las parcelas rústicas objeto de transacción en un año sobre la superficie total- es del 0,10%. En el caso de las fincas para uso agrario la media se mueve entre el 0,12% y el 0,23%, mientras que en las de uso forestal baja a un rango entre el 0,02% y el 0,06%.

Galicia representa el 6% de la superficie rústica de España y casi el 28% de titulares de fincas, pero con un promedio de siete parcelas de 0,25 hectáreas por propietario que muestran la fragmentación del agro gallego. A esta peculiaridad se suma el hecho de que la comunidad perdió 145.840 hectáreas de superficie agraria útil entre 1985 y 2005. El tamaño del terreno, la copropiedad y el absentismo son factores que condicionan el volumen y el precio de las transacciones. La oferta en el mercado de tierras en Galicia no es menor que en otras autonomías en cuanto a número de terrenos, pero sí supone una menor proporción en número de hectáreas debido al tradicional minifundismo gallego. Nueve de cada diez propiedades objeto de compraventa no medían más de una hectárea, con un tamaño medio de 0,28 hectáreas en el caso de las parcelas agrarias vendidas y de 0,40 para las forestales.

En base a estos datos, señalan que las particularidades de la estructura de la propiedad en Galicia no influye en el número de ventas pero sí en las expectativas para redimensionar y reorganizar los terrenos. De todas formas, en un territorio tan fragmentado como el gallego el precio de la finca disminuye sin embargo a medida que aumenta su extensión.

En cuanto a las ventas los autores del trabajo diferencian los municipios del litoral, con pocas superficies vendidas pero a precios más elevados que la media, frente al interior, con mayor tasa de transferencia pero tarifas más bajas. El caso más extremo es el de la parte suroriental de la comunidad, donde la compraventa se concentra solo en algunas parroquias, por lo que tanto extensión en venta como precios son bajos.

Los autores señalan que la movilidad de tierras a monte es similar a la de superficies agrarias. Además las primeras suponen un 37% en el parcelario, 15 puntos más que las segundas. En este sentido, Enríquez y Corbelle apuntan que la compraventa de parcelas no implica solo conservar fincas destinadas al cultivo sino también, al menos en algunos casos, adquirir terrenos sin uso. El estudio destaca que el 40% de la superficie comprada entre 2008 y 2011 pertenecía a propietarios que no residían en el mismo concello de la parcela y tras la transacción esa tasa de absentismo se mantuvo en el 30%.

En las fincas de uso agrario, el precio medio de 1,53 euros por metro cuadrado en Galicia en 2008-2011 se sitúa por encima de la media de España (1,10 euros) y próximo al de Reino Unido y Luxemburgo con 1,78 euros. Los autores constatan que en los concellos con mayor extensión objeto de transacción el precio de la tierra es similar al de mercados estables como Francia o Reino Unido, que oscilan entre los 0,5 y los 1,6 euros por metro cuadrado.