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Wimbag, siga a esa maleta

- Un ourensano desarrolla un aparato para tener localizado el equipaje en los vuelos - Está pensado para viajeros y para compañías que mueven productos caros y delicados

Santiago Álvarez, creador del dispositivo WIMBAG, con el que aparece en la imagen. // Foto cedida por S. A.

Santiago Álvarez viaja mucho. Hasta ahora este joven ingeniero de Telecomunicaciones ourensano ha sido afortunado y sus maletas siempre le siguieron hasta su destino. Pero otros no tienen su suerte. Cada vez que llega a un aeropuerto ve la "tremenda cola" que forman ante la ventanilla de reclamaciones viajeros desesperados porque su equipaje no apareció en la cinta. De ahí surgió la idea de Wimbag (acrónimo en inglés de "dónde está mi maleta"), un dispositivo que permite al usuario tener localizadas sus pertenencias mientras viaja y un concepto que ha merecido ya varios reconocimentos: la start up participó en la segunda edición de Telefónica Open Future, ganó el galardón a la Innovación en foro Designing Future y recibió el tercer premio de la Asociación Semente a la mejor idea de negocio.

Wimbag no hace el milagro que todos desearían, porque no evita que las pertenencias facturadas se puedan extraviar, pero, como explica este licenciado por la Universidade de Vigo y fundador de la start up que busca comercializar el producto, al menos intenta "reducir las inquietudes en caso pérdida, que sepas dónde está, que sepas que la compañía aérea lo está haciendo lo mejor posible para recuperar tu equipaje".

El usuario solo tiene que introducir en la maleta el dispositivo, de 6 por 8 centímetros y 100 gramos de peso, antes de volar. El localizador, que emplea tecnología GPRS, le permite saber a través de una aplicación en el móvil (Android o IOS) la posición de su equipaje "en todo momento" y además recibir alertas que pueden ser "muy útiles", como por ejemplo si la maleta se aleja demasiado de él, si se produce una apertura no autorizada o si llega al aeropuerto incorrecto. Para ofrecer un servicio más completo, los impulsores negocian con compañías aéreas que a través de su app se pueda gestionar directamente la recuperación de los bultos, si ocurre lo peor, y evitar así hacer esa "tremenda" cola ante la ventanilla de reclamaciones.

¿Y cómo sabe Wimbag si el avión está volando o ha aterrizado? Un sistema basado en la presurización de la cabina le permite detectar el despegue, desconectarse durante el vuelo como dictan las normas para cualquier aparato electrónico y volver a dar señales de vida "inmediatamente en cuanto detecta el aterrizaje", dice Santiago. Si lo que preocupa al usuario son los controles de seguridad, el fundador de Wimbag le tranquiliza: "En las pruebas hemos llevado el aparato con nosotros tanto en el equipaje de mano como en el facturado y nunca tuvimos ningún problema".

Con todo, los usuarios de a pie tendrán que armarse de algo de paciencia hasta que el localizador esté a su disposición. El equipo de Wimbag Engineering buscó financiación para fabricar sus primeras unidades a través de la plataforma de micromecenazgo Kickstarter, en la que se presentaron como una "pequeña empresa" ubicada en Santiago, que tiene "un sueño", "transformar" los procesos de gestión de los equipajes. Su meta era reunir 50.000 dólares para fabricar sus mil primeras unidades, las carcasas para el dispositivo -no solo hay que hacerlo útil, sino también "visualmente atractivo" para el gran público, dice Santiago- y obtener el certificado de la CE que permite su comercialización, pero no lo consiguieron.

Eso no desalienta a este joven emprendedor, quien explica que el "movimiento" que tuvo su proyecto en internet consiguió que "muchas empresas" se pusieran en contacto con ellos porque "querían probar la solución para sus clientes". Y es que Wimbag, cuenta su fundador, tiene una vertiente orientada "al público general", al turista, y otra "a empresas que mueven material caro y delicado a través de transporte aéreo", desde obras de arte entre museos (imagínense perder un "Picasso") a farmacéuticas que mueven material "microbiológico" que debe llegar en una fecha y con unas condiciones de humedad o temperatura.

Llegar a estas empresas es más fácil que al gran público, explica Santiago, porque "llevan tiempo buscando soluciones similares para mover estas mercancías" y por ahora muchas tienen que conformarse, cuenta, con pequeños aparatos de usar y tirar que solo registran la temperatura y la humedad durante el viaje y cuando el paquete llega a su destino quien lo recibe debe descargar los datos en un ordenador y compartirlos con quien lo envió.

Esas compañías, dice, están "predispuestas" y tuvieron más suerte. "Hay varias interesadas en probar la solución", señala. "Vamos a tirar más por ahí hasta conseguir más financiación", prosigue Santiago, quien comenta también que en estos momentos están "valorando cerrar un trato con una empresa que entraría como inversor y ayudaría en el proceso de industrialización".

Santiago confía en que a la altura de julio el aparato esté en el mercado, al menos empresarial. También prevén un proyecto piloto en cuatro aeropuertos para que quien lo desee pueda alquilar el dispositivo en los puntos donde plastifican las maletas para un trayecto de ida y vuelta.

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