La atención que la Xunta ha prestado al hospital gallego de Buenos Aires se justifica tanto por su labor asistencial, como por tratarse de una institución centenaria y por ser la capital argentina la residencia de miles de emigrantes gallegos. Lo cierto es que desde que el Gobierno gallego decidió implicarse, sin llegar a participar directamente en la gestión del hospital, se invirtieron más de 20 millones de euros en diez años para intentar reflotar un centro que finalmente acabó intervenido por las pérdidas acumuladas por las autoridades argentinas. Y a ellos se sumarán los 11 millones que la Xunta tiene que entregar para completar su desvinculación con el sanatorio.

La cifra de la inversión fue reconocida por el anterior secretario xeral de Emigración de la Xunta, Santiago Camba, que siempre culpó de la mala gestión al bipartito. En la etapa de Touriño, aunque los problemas ya habían comenzado en la época de Fraga, se aumentó un 50% la plantilla y la deuda pasó de 5 a 22 millones de euros, según asegura el Gobierno autonómico actual.

Por el camino, antes de la intervención, también estuvo la opción de entregar la gestión la grupo privado 3A Recoletas, pero esta empresa no llegó a incorporarse a la gerencia del hospital. Si había beneficios, estos se iban a dividir al 50%, pero si solo daba pérdidas, las asumirían en solitario. Sin embargo, tras una auditoría al grupo privado comprobó que los balances del centro sanitario no se correspondían con la realidad y renunció.

Desde hace ocho meses, la gestión la lleva el interventor Carlos La Blunda, quien sostiene que el sanatorio se está recuperando de la situación de crisis y que desde septiembre del año pasado los trabajadores ya cobran sus salarios en tiempo y forma.