La llamada de la naturaleza y la salud, y no la crisis, fueron las razones por las que Ana Sánchez se planteó colgar los pinceles y cambiarlos por una azada. De momento, no obstante, tiene que formarse, ya que su generación ha perdido el hilo de aquella tradición oral que se transmitía de padres a hijos en la Galicia rural y que sentenciaba si la luna menguante o creciente era la adecuada para sembrar o para cosechar. "No tengo ni idea ni experiencia", confiesa, "y es un poco irónico tener que estudiarlo cuando antes se aprendía naturalmente, era algo básico, intuitivo", admite. Pero eso no la arredra. "Tengo una casa con pozo y con tierras; ¿cómo no iba a aprovechar esa oportunidad? Sería idiota", señala.

La aspiración de Ana, que se licenció en Bellas Artes y Restauración y que ahora se enfrenta a un ciclo medio -porque no existe el superior- de Producción Agroecolóxica, es sacarle "brillo a esas tierras". Ni siquiera dudó por tener que desplazarse a Ponteareas, el único lugar de Galicia donde se ofrece este ciclo, pese a que esos terrenos que sueña cultivar con productos ecológicos porque cree que "ese es el futuro, la tierra y el autoconsumo", se ubican en Frades, en A Coruña, a 162 kilómetros de distancia, un paisaje de carretera que llegará a conocer de memoria cuando acabe su formación.

La restauración no le disgustaba. Además, confiesa que era una de las afortunadas que siempre tuvo trabajo y pudo vivir de él. "Sé que es un caso excepcional, porque tenía trabajo", reconoce. No obstante, llegó un momento en el que se declaró harta de intoxicarse continuamente con los disolventes de la pintura. "La restauración es muy bonita, pero quita años de vida", afirma. "Organizas tú tu vida y los lugares son alucinantes, pero estás todo el rato chupando veneno porque, por mucha mascarilla que te pongas, se evapora y se mete por la piel y por los ojos", explica.

Por eso tiene claro que lo que cultivo será ecológico y los pesticidas estarán vetados. "Me gustaría tener una pequeña producción que diera para mí y algo que sobre poder venderlo; no aspiro a ser Amancio Ortega, sino a vivir tranquila con mi tierra y mis cosas", confiesa. Aunque le falta experiencia, sabe de oídas, pero de buena fuente, que "el trabajo es duro, pero el contacto con la tierra te da subidón".

En FP, Ana halló "lo que necesitaba". "Al que controle mucho de agricultura, igual se le queda corto, pero yo solo tenía conocimientos a partir de libros, de internet, y necesitaba a alguien que me asegurase que hacía bien lo que estaba haciendo". "Ahora hasta sé conducir un tractor, de diferentes tipos y edades", señala ilusionada.