Lo que puedo decir de Federico Cifuentes lo podría decir cualquiera de las personas que lo conocen. De talante liberal, llegó a Pontevedra en los años 60, en un momento difícil, cuando la inspección en la educación era un mundo dominado por pequeños caciques al servicio del Régimen. Su llegada propició un nuevo concepto de inspección, al mismo tiempo que impregnó al magisterio de un grado de apertura y un respeto que no existía por parte de los jefes. Recuerdo las dificultades de aquellos tiempos, aquel movimiento de maestros coordinados con el sindicalismo francés. Él jugó un papel en defensa nuestra, apostando siempre por nuestra profesionalidad. A pesar de ser una persona de confianza del sistema, era nuestro enlace honrado. Su personalidad se resumen muy bien con un gesto: en 1983, cuando finalizó su mandato al frente de la Diputación, todos los diputados, con independencia de sus siglas políticas, le hicieron un homenaje y le dieron una placa en la que destacaban su personalidad dialogante, al mismo tiempo que reconocían el buen trato dispensado a todos los miembros de la corporación. Federico era un demócrata, algo que sólo se consigue teniendo un talante muy especial. Hombre culto y amante de la música, lo definiría como un amigo ideal y honrado, siempre dispuesto a ayudar. Murió como merece una persona así, en una nube que lo llevó de esta vida a la otra.

*Exalcalde de Pontevedra