"No hay derecho a que lo saquen de la cárcel, después de sufrir lo que sufrimos", se lamenta la pontevedresa María Jesús Baquero, madre del guardia civil Mario Leal, asesinado en diciembre de 1985 por el etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga, al que el Gobierno acaba de conceder el tercer grado y que podría ser excarcelado al padecer un cáncer terminal. Para María Jesús Baquero no hay arreglo posible. "No lo voy a perdonar jamás, ni a él ni a los que son como él. Y menos ahora que sé que mató a mi hijo con diez tiros y a sangre fría. Dejó una huérfana de 5 años", lamenta la madre de la víctima de ETA.

María Jesús, al igual que su marido, Manuel Leal Pereira, es natural de Pontevedra, aunque desde muy jóvenes se marcharon a Asturias por motivos de trabajo. Años más tarde regresaron a su tierra natal y allí nació Mario. Su vocación de Guardia Civil queda patente en las palabras de su madre, que se consuela con que su hijo murió haciendo lo que quería. "Yo tenía tres tíos guardias civiles y el padre de mi marido había sido militar. Era lo que Mario quería ser. Tenía otras posibilidades y no le hubiese hecho falta, pero era lo que le gustaba" señala María Jesús Baquero. De hecho, cuando le tocó hacer el servicio militar, Mario pidió entrar en los "boinas verdes", una de las unidades más duras del Ejército, para después formar parte de la Guardia Civil. Su primer destino fue Burgos, en 1982, pero fue trasladado a Guipúzcoa un año más tarde. Pocos meses antes de morir, ETA ya había atentado contra la vida de Mario y otros tres guardias, haciendo explotar una bomba al paso de su vehículo.

Lo que más le duele a María Jesús Baquero, que apoyó en su día al PP, es que haya sido este partido el que ha tomado la decisión de allanar el camino para la excarcelación del asesino de su hijo. "Que este señor, por decir algo, salga por la puerta grande, con la colaboración de todos los gobiernos, el anterior y el actual, es lamentable. Parece mentira que el PP nos esté haciendo esto", se queja. A la madre del guardia asesinado también le molesta que, cuando se habla del etarra Bolinaga, sólo se hable del secuestro del funcionario de prisiones Ortega Lara, cuando el mismo terrorista dejó cuatro huérfanos, entre ellos su nieta Beatriz.

María Jesús Baquero aún se acuerda de aquel viaje que hizo a Arechavaleta para ir a recoger el cadáver de su hijo, en el Renault 9 de su marido, junto a sus suegros. Y recuerda la frialdad de las gentes de aquel pueblo. "Las risas en el funeral de las que habla Jáuregui no las vi, pero sí me dieron un sobre con dinero ´para misas´ de ETA. Lo rompí delante de todos", asegura. En el cuartel, se le cayó el alma a los pies. "Estaba todo podrido, destartalado, con las fotografías de los etarras en las paredes. A Barrionuevo le dije que si entraba en el cuartel podía pasar cualquier cosa".

Mario Leal estaba ilusionado, según asegura la que fue su mujer, Pilar Lagares, natural de la población coruñesa de Oza dos Ríos. "En enero salían vacantes y queríamos acercarnos a Asturias. Sabías que en el País Vasco había peligro, pero siempre pensabas que no te iba a tocar" rememora. Bolinaga asesinó a su marido cuando acababa de dejar a unos amigos tras alternar un rato. "También era necesario salir, no podías encerrarte. Pero te vas confiando. Con 28 años que tenía Mario, no ves las cosas como cuando eres mayor", reflexiona Pilar.

Tres horas antes del crimen, habló con él por última vez. Aquello fue un "shock", por lo que no recuerda mucho. Sí la indiferencia de los vecinos. "No nos aceptaban, nadie hablaba con nosotros, ni en el supermercado", asegura la viuda de Mario.

Se indigna con la salida de prisión del asesino de su marido, pero "ya está hecho, falta el papel del juez", se lamenta. Cree que hay un pacto para excarcelar a presos etarras. "En las cárceles hay mucha gente con cáncer y no han tenido posibilidad de salir", afirma Pilar, que opina que los terroristas "deberían tener una condena dura y cumplirla".