Un nuevo modelo territorial con menos municipios para reducir costes y mejorar servicios. Bajo esta premisa, Jorge Martínez-Vázquez impartió ayer una ponencia en el Pazo de Mariñán en el marco de unas jornadas organizadas por el grupo de investigación Rede de la Universidade de Vigo junto a la Xunta y la Diputación de A Coruña. Para este experto en descentralización fiscal y gestión tributaria, el futuro de los concellos pasa por una fórmula mixta de asociación, pero también de fusión entre los más pequeños.

–Unos 30.000 núcleos de población, 3.778 parroquias, 315 concellos, 53 comarcas y cuatro provincias. ¿Es la organización territorial más adecuada para Galicia?

–Parroquias y los núcleos de población no deben ser parte de la discusión. Hablamos de niveles de gobierno que tienen un presupuesto: autonomía, diputaciones y, sobre todo, municipios. La pregunta de si las diputaciones están justificadas no puede separarse de si existen demasiados municipios porque el papel fundamental de las diputaciones es el de ayudar a prestar servicios a los pequeños municipios. Son dos decisiones que debemos tomar conjuntamente. La eliminación de las diputaciones o la reducción de su papel al mínimo, requeriría la fusión de ayuntamientos más pequeños.

–La Xunta arrancó la legislatura con una propuesta para fusionar los concellos como solución al raquitismo presupuestario local y para mejorar la prestación de servicios.

–No hay duda de que un tamaño mayor refleja casi siempre una eficiencia en el gasto. Pero por otro lado, un tamaño mayor y la fusión de municipios representan una pérdida en términos de representación y proximidad. Queremos las dos cosas, más eficiencia y más representatividad, pero van en direcciones contrarias. Lo que buscamos es un equilibrio óptimo y eso difiere de país a país. No solo por su nivel de desarrollo, sino también por la disponibilidad de sus ciudadanos por tradición e historia a pagar más por una eficiencia mayor. Con esta disyuntiva, la respuesta a cuál es el número óptimo es incierta. No hay un número exacto.

–¿El futuro de los ayuntamientos en Galicia pasa por la asociación o la fusión?

–La solución para Galicia debe estar en una combinación de las dos medidas. Los primeros pasos ya se han dado con consorcios y mancomunidades. Esta es la solución para municipios de tamaño medio y que se establecería en función de los servicios, las distancias, la orografía y las comunicaciones. Pero hay municipios pequeños que no son viables ahora y que con la despoblación que sufren lo serán menos en el futuro. Para estos hay que buscar una fórmula de fusión. Si pudiera ser voluntaria, mejor; de lo contrario no quedará otra solución que una fusión forzosa. En España, la legislación establece incentivo para que haya fusiones voluntarias, pero esto no ha funcionado. Países como Reino Unido, Suecia, Dinamarca, República Checa han usado la fusión forzosa.

–¿Cuánto puede llevar el proceso de forma voluntaria?

–Años y años. Décadas. Es un plazo demasiado largo. Lo primero que hay que hacer es tomar el asunto de una forma seria, haya o no oposición a la fusión. Y para ello tenemos que conocer la realidad, saber cuáles son los costes, los ahorros, tipo de servicios; y analizar cómo afectaría el mantenimiento o supresión de las diputaciones. No olvidemos que esta decisión debe conjunta. En ese estudio tienen que evaluarse los dos supuestos, es decir cómo se resolvería la fusión con y sin diputaciones.

–¿Maneja algún estudio del ahorro que supondría en Galicia la fusión de concellos?

–Es algo que la Xunta debería hacer. Deberíamos dejarnos de generalidades e ir al detalle. Al saber cuánto podríamos ahorrar, este coste de oportunidad nos diría cuánto nos está costando el lujo de tener municipios de un tamaño no óptimo.

–La mentalidad localista de Galicia hace prever que esta fusión tendrá que ser forzosa y generará conflictos sociales…

–Sin duda alguna la gente se va a oponer porque está muy apegada a lo suyo y quiere su representatividad, su proximidad. La gente se queja a su alcalde o concejales de los problemas cotidianos. Tenemos que entender que tienen su razón. La respuesta a esta oposición es que mantener lo que tenemos en estos municipios tan pequeños tiene un coste muy alto, que no lo paga el municipio solo sino la comunidad. No es solo una decisión que los residentes del ayuntamiento puedan tomar, sino de los gallegos en conjunto.

–No hay una fórmula para fijar el número de habitantes óptimo para un municipio, pero los empresarios proponen un mínimo de 5.000, lo que implicaría eliminar la mitad de los concellos gallegos. ¿Qué le parece?

–No tienen que ser obligatoriamente 5.000 habitantes para todos los casos. Puede haber municipios con 3.000 que a través de una mancomunidad sean viables. Ahora bien, un umbral de entre 5.000 y 10.000 habitantes sería lo razonable. En la medida en que hay muchos municipios demasiado pequeños, habría que fusionarlos. Se trata de una política mixta. Por un lado, fomentar la asociación entre ciertos municipios teniendo en cuenta la orografía, las comunicaciones y sus servicios; y por otro, la fusión de municipios pequeños y con una dinámica a la baja en población y recursos.

–¿Qué papel cree que deben jugar las diputaciones en el futuro mapa territorial gallego?

–Si no tuviésemos historia, tres niveles en un país como España son suficientes: Gobierno central, autonómico y municipal. Pero venimos de una tradición y debemos respetarla, aunque mirando al cambio y a mejorar. Me parece que es posible deshacerse de las diputaciones e incrementar el nivel medio de los municipios. Sin embargo tenemos que apreciar el coste político y social de fusionar a la fuerza municipios. Si yo empezase de una forma racional a hacer las cosas, las diputaciones no existirían.