Con la resolución del concurso a punto de conocerse, a finales de esta semana o en el arranque de la próxima como muy tarde, Energías de Portugal se une a la larga lista de empresas que no quieren dejar pasar la oportunidad de dejarse notar entre todos los candidatos a arañar parte de la gran tarta eólica que va a repartir la Xunta. "La propuesta de la compañía para Galicia pretende fomentar un nuevo modelo de desarrollo", anuncia la compañía en una expresiva nota de comunicación, aprovechando el debate del obligado cambio de tendencia en el crecimiento económico al hilo de la grave crisis económica. Como la multinacional lusa, antes lo hicieron Enercon, Iberdrola, Gamesa, Vestas, Comsa Emte... En un gesto que nada tiene que ver con el anterior proceso, el impulsado por el bipartito y que los populares anularon a su vuelta a San Caetano, los grupos que optan a los 2.325 megavatios (MW) han salido públicamente a anunciar los planes industriales con los que acompañan su oferta, a alabar las bondades de sus inversiones para el tejido industrial autonómico e, incluso, para advertir que sus actuales proyectos aquí podrían estar en riesgo si no figuran entre los ganadores.

Quizás por la delicada situación que atraviesa el sector, con las incertidumbres sobre la regulación y las retribuciones que recibirán en el futuro, nadie quiere renunciar a hacerse un hueco en el negocio del viento gallego, una de las zonas más rentables para el aprovechamiento eólico, aunque la construcción de los parques pueda demorarse hasta 2020. "Es evidente que estamos ante el mayor concurso eólico que hay abierto en España y que la calidad del recurso aquí puede contrarrestar la reducción de primas que se prevé en el futuro", señala uno de los promotores implicados en el reparto gallego. La misa opinión que trasladan en otra de las empresas, con una de las propuestas más ambiciosas. "Luego veremos dónde queda todo lo que se está ofreciendo. Pero en algún momento esto parece más una partida de póquer que una licitación pública", resume uno de sus directivos.

Ese ejemplo de la comunicación de EDP resume la filosofía con la que los grandes grupos energéticos o las alianzas creadas para el macroconcurso gallego asumieron la recta final de la puja. Sin desvelar exactamente su oferta, la compañía portuguesa, "líder mundial en el sector de las energías renovables y el tercer mayor productor mundial de energía eólica", pone sobre la mesa "propuestas" para "sectores punteros –energéticos, medioambientales y biotecnológicos– como en otros de mayor tradición, que por su alto impacto social requieren de apoyo, consolidación e innovación (automoción, naval y transformación alimentaria)". A la vez, EDP avanza la firma de acuerdos estratégicos con Acciona, Gamesa y Vestas, tres de los fabricantes de aerogeneradores asentados en Galicia, y que además cuentan con sus propias solicitudes al concurso, para "impulsar nuevas inversiones" con la posibilidad de "seleccionar para cada proyecto el proveedor tecnológico que proporcione mayor valor al tejido industrial de la comunidad".

Entre toda la retahíla de anuncios públicos, hubo uno que llamó especialmente la atención del sector. El de Iberdrola, la referencia en España de la apuesta por las fuentes limpias y la gran perdedora del reparto del bipartito. No tanto por su petición, sino por el respaldo que quiso lanzar a Gamesa, de la que cuenta con un 14,8% del capital. La fabricante advirtió que la viabilidad de sus siete plantas en Galicia dependería en gran parte de su resultado en el concurso y a los pocos días Iberdrola salió en su ayuda para recordar que las dos acudían de la mano a la subasta.