PP y C's atacaron ayer con fuerza, y con declaraciones optimistas, la negociación del pacto para que la formación naranja respalde la investidura de Mariano Rajoy la próxima semana. Sin embargo, en la sombra, son cada vez más las voces populares dispuestas a admitir que la investidura de Rajoy no será posible hasta después de los comicios vascos y gallegos del 25 de septiembre. De modo que la verdadera partida se jugará a finales de ese mes y en octubre. Si entonces no llegase el acuerdo, se disolverían las Cortes el 1 de noviembre y se convocarán las terceras elecciones en un año.

Dando por descontado que las negociaciones en curso con C's y Coalición Canaria lleguen a buen puerto, Rajoy comparecerá en la votación del próximo día 31 con 170 votos. Insuficientes en esa primera votación, en la que precisa mayoría absoluta (176). E insuficientes en la segunda, el 2 de septiembre, en la que necesitará al menos once abstenciones para que los votos en contra sean como mucho 169. Abstenciones que el PSOE previsiblemente no dará, porque nadie entre los dirigentes socialistas parece dispuesto a abrir en público el melón del debate, a pesar de no ser pocos los barones que se inclinan por dejar gobernar a Rajoy.

Así pues, habría que situarse en el 26 de septiembre, momento en el que el PP podría aceptar una segunda encomienda del Rey para formar Gobierno. Dirigentes socialistas como el catalán Iceta han sugerido que una abstención socialista quedaría facilitada por la retirada de Rajoy, aunque en el PP esta hipótesis no se tiene en cuenta, al menos en voz alta.

De modo que lo más probable sería que Rajoy volviera a la carga con sus 170 escaños. Esta vez su objetivo debería ser, en primer lugar, el PNV. A día de hoy, el panorama vasco -con Podemos disputándole de tú a tú gran parte del espacio abertzale a Bildu- permite aventurar que los peneuvistas podrían salir de las urnas necesitados de cambiar cromos con el PP. ¿Tanto como para que sus cinco diputados voten sí? Esto reduciría las necesidades adicionales de Rajoy a una sola abstención. ¿No tanto como para votar sí, pero lo suficiente para abstenerse? Esto elevaría a seis las abstenciones precisas.

Y aquí volvería a entrar de nuevo en juego el PSOE, cuya caldera, se estima, ya habría alcanzado desde el 2 de septiembre la suficiente presión para que se convocase un Comité Federal destinado a fijar una posición menos roqueña que la actual. En todo caso, salvo sorpresa, la negociación de esta semana y la sesión de investidura de la próxima serán sólo el larguísimo calentamiento. El partido empezará después.