La economía gallega consiguió por fin el pasado año recuperar los niveles previos a la doble recesión. Puede parecer extraño porque el empleo está todavía muy lejos de lo que fue entonces, durante la etapa de bonanza -quedan más de 160.000 ocupados por alcanzar para situarse en los máximos de 2008- y porque uno de cada diez hogares en la comunidad llegan con mucha dificultad a fin de mes tras dispararse un 56% en comparación con las familias con problemas que había al cierre de 2017. Pero hace tiempo ya que el crecimiento de la actividad va a diferente compás que la creación de puestos de trabajo y la mejora de las finanzas domésticas. Aunque todos están en positivo, la influencia de cada uno de los sectores en el récord del Producto Interior Bruto (PIB) ahora mismo en Galicia -61.141 millones de euros- no es la misma. El sector servicios continúa siendo el soporte de la recuperación y la economía regional avanza cada vez más en la llamada terciarización. Y dentro de los servicios destaca especialmente el comportamiento de hostelería, comercio y transporte, hasta el punto de que seis e cada diez euros del avance del PIB gallego desde el cambio de ciclo en 2014 vienen de ellos.
El valor de su producción alcanzó el pasado ejercicio los 14.765 millones de euros, con un alza anual del 6,3%. Fue una de las pocas ramas de actividad en Galicia que se adelantó al resto en la salida de la crisis. En 2013 avanzó un 0,8% y en 2015, 2016 y 2017 no hubo ningún sector con mayor crecimiento. Así, en este tiempo acumula una subida del 23,5%. El ascenso del conjunto del PIB fue del 9,9%, según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE).
Entre 2014 y 2017, la economía gallega se hizo más grande. Ganó 4.839 millones de euros, de los que el 58% corresponden a la evolución de la actividad en el comercio, la hostelería y el transporte. La agricultura, ganadería y pesca aportó cerca de un 6% y un 13% la industria, mientras que la construcción restó. Uno de cada diez euros procedieron de las actividades profesionales, la misma proporción que corresponde a la administración, la sanidad y la educación. En el resto de servicios destacan las actividades inmobiliarias que, con el auge del mercado del alquiler y las ventas para dar salida a todo el excedente inmobiliario se encargan de un 7,5% de la recuperación del PIB autonómico.
Con el comercio, hostelería y transporte como motores de la economía gallega, ¿cómo se comportaron los otros sectores? Las actividades profesionales experimentaron en estos cuatro últimos ejercicios un crecimiento total del 18,5%. A continuación está la industria manufacturera, con un alza del 16,3%, muy superior a la suma de todas las actividades industriales, un 4,9%. Información y comunicaciones avanzaron un 13,9%.
¿Resultado? Si en 2000, el sector servicios suponía el 54,8% del PIB de Galicia, hoy representa el 63,5%. Comercio, hostelería y transporte pasaron del 19,9% a rozar la cuarta parte de la economía. La industria alcanza el 16%, tres puntos menos; y un 6% la construcción.
Desde el punto de vista del consumo, tampoco los ingredientes que componen la demanda interna de la economía gallega siguieron la misma evolución. Solo el gasto de las administraciones es más cuantioso, un 5,2% más, que antes de la crisis. El desembolso de las familias está un 8% por debajo de 2008. Y, peor, la inversión empresarial, que, pese a las mejoras de los últimos años, se recortó un 42%.
