El sector del automóvil se ha convertido en uno de los puntos centrales de la primera ronda de negociaciones que EE.UU., México y Canadá desarrollan en Washington para modificar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El miércoles, en la apertura de las negociaciones tripartitas, el representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Robert Lighthizer, declaró que una de la principales demandas de Washington era conseguir un aumento sustancial de contenido estadounidense en el sector del automóvil.

"Miles de trabajadores estadounidenses han perdido sus empleos por las provisiones (del TLCAN)", añadió Lighthizer en su discurso inicial. Sus revelaron que el sector es una de las herramientas básicas para conseguir el objetivo final impuesto por el presidente estadounidense, Donald Trump: eliminar el superávit comercial de México con Estados Unidos, que Washington cifró en 64.000 millones de dólares (54.487 millones de euros) en 2016.

Para ello, la Casa Blanca quiere renegociar las llamadas normas de origen que gobiernan el sector del automóvil norteamericano y que exigen que para que los vehículos que se vendan en Norteamérica estén exentos de aranceles aduaneros, contengan un 62,5% de componentes producidos en la región. La renegociación permitiría a Estados Unidos exigir que un mayor porcentaje de componentes que acaban en los automóviles vendidos en el país sean de producción doméstica. Y, sobre todo, que los componentes domésticos sean los de más valor añadido, como por ejemplo las pantallas LCD que ahora son obligatorias en casi todos los coches nuevos.