La única razón por la que el núcleo duro de la banca acreedora de Pescanova diseñó un crédito de 125 millones de máxima prioridad de pago (supersenior) al 15% de interés y con un canon adicional de otros 300 millones fue para evitar la liquidación de la compañía. Esta es, al menos, la explicación que emana de las entidades que controlan el holding pesquero después del nuevo arreón de críticas de los antiguos socios, que tachan de "usurero" un crédito que, dicen, no era necesario activar y del que ya se utilizaron 83,448 millones. Según pudo saber FARO en exclusiva, el llamado G7 (Sabadell, Popular, Abanca, Bankia, CaixaBank, BBVA y UBI) configuró esta línea de financiación para ofrecer a los acreedores una rebaja de 300 millones en las quitas: de 1.860 a 1.560 millones. De no haberlo hecho, "no habrían apoyado" la salvación del grupo.

Hasta finales de abril de 2014 eran Damm y Luxempart los encargados de elaborar un convenio para evitar la quiebra de la tercera multinacional pesquera de Europa. Pero las quitas eran "inasumibles", recuerdan las entidades, de ahí que el G7 se atribuyera la responsabilidad de reflotar la firma y decidió proponer a los acreedores esta paga de 300 millones extra para buscar su respaldo y validar el convenio. "Antes de la firma del contrato -el 28 de abril de 2014-, la propuesta de convenio no había obtenido la adhesión de prácticamente ningún acreedor, lo que condenaba irremediablemente al grupo a la liquidación", indicen los bancos. ¿En ese momento se reconoció que era para minorar las quitas? No, textualmente se indicó que era una "contraprestación del crédito supersenior", si bien siempre fue público que acarreaba un sobrecoste de 300 millones para la empresa a pagar en 20 años.

Fue gracias a este crédito, siempre según las entidades financieras, que Pescanova SA y Pescafina (la trader del grupo) superaron el concurso con un 63,65% de los apoyos. Pero aún quedaban diez filiales que debían sortear la quiebra. ¿Qué hizo el G7? Incluir -o recordar- en todas las propuestas de convenio a los acreedores no solo que existía ese crédito supersenior, sino que si participaban en él recuperarían 2,4 euros por cada euro que utilizase la compañía. "Se anunció expresamente en el texto -el canon de los 300 millones- a fin de incentivar" los apoyos, recuerdan desde la compañía. Y, más aún, aseguran que tres de los cuatro consejeros actuales de la vieja Pescanova firmaron este contrato: Alejandro Legarda, Fernando Herce y César Mata.

La cláusula

Pero la nueva disputa entre la vieja y Nueva Pescanova surgió esta semana por dos motivos: porque los antiguos socios no sabían que se había activado el crédito (se hizo el 29 de diciembre) y porque inciden en que la compañía podría seguir financiándose al 5% para circulante en vez de al 15%. Pero la cláusula 3.6 del contrato de aseguramiento -que la vieja matriz matiza que no existe- reza lo siguiente: "Nueva Pescanova no podrá recurrir en ningún caso a financiación sustitutiva hasta la firma del crédito supersenior". ¿Por qué entonces la pesquera sí pudo financiarse durante 33 meses a tipos de interés un 200% más baratos si el crédito se firmó en abril de 2014? Porque, asegura la compañía, su puesta en marcha comprometía a Nueva Pescanova, que no arrancó hasta finales de noviembre, y porque querían esperar a su entrada en vigor para que el resto de acreedores se beneficiasen del "legítimo derecho" de ingresar los 2,4 euros por cada euro que se gaste la empresa.