El hecho de que una sociedad se acoja al concurso de acreedores no implica culpabilidad. Es decir, que la antigua suspensión de pagos no se produce únicamente a causa de una mala gestión de sus responsables, pudiendo haber una causalidad múltiple. Cuando un concurso se resuelve con una quita superior a un tercio de la deuda -como es el caso- y el plazo de espera de los créditos novados es de más de cinco años -también es el caso-, normalmente se abre pieza de calificación, que es la que decide si los antiguos gestores son culpables de la suspensión de pagos o el concurso fue fortuito. En el caso de Pescanova, fuentes conocedoras del proceso creen que podría no evaluarse la culpabilidad o no del segundo mayor concurso de acreedores de la historia empresarial española.

¿Por qué? Expertos concursales consultados por FARO explican que, si se aprueba un convenio se abre la pieza "salvo que se establezca, para todos los acreedores o para los de una o varias clases, una quita inferior a un tercio del importe de sus créditos o una espera inferior a tres años". Todos los acreedores con deudas inferiores a los 100.000 euros quedan exentos de quita y cobrarán además en un plazo máximo de un año. Por esta razón, es probable que no se dirima si la directiva que presidía Manuel Fernández de Sousa causó o no la entrada en concurso.

La pieza de calificación se abre de forma automática cuando se produce alguno de estos dos supuestos: si la empresa va a liquidación o se incumple el convenio de acreedores, de ahí la importancia de la comisión de seguimiento que se hará del acuerdo como de la rendición de cuentas al juzgado cada seis meses.

Haya o no pieza de calificación, la anterior cúpula de Pescanova y la mayor parte de sus altos directivos están siendo investigados por la Audiencia Nacional bajo la instrucción del juez Pablo Ruz. Se les acusa de falsear cuentas, resultados, de falsedad contable, estafa o de impedir la actividad supervisora de la CNMV. El caso está aún en fase de instrucción.