Algunos con mejores ojos que otros, pero todos los grandes acreedores financieros de Pescanova manejan dos escenarios posibles. Casi por obligación. Los dos conocidos. O bien darse la mano finalmente con la alianza de Damm y Luxempart o esperar al resultado de la votación de la propuesta de convenio y si la negativa, incluida la suya, es mayoritaria, aprovechar la subasta de activos que implica la liquidación para asumir la multinacional y las principales patas nacionales con un socio industrial. El panorama no tendría nada de especial si no fuera porque el tiempo se agota y a estas alturas ninguna de las partes implicadas es capaz de asegurar cuál de las opciones es la que irá adelante. Porque siguen los contactos entre ambas partes. Los de ayer no fueron, como en los últimos días, de carácter técnico. En el entorno de los implicados apuntan a la posible existencia de conversaciones "al más alto nivel" con la cúpula del grupo cervecero y el fondo luxemburgués y el pool bancario, con una clara división interna respecto a qué hacer.

"Eso responde a dos formas diferentes de plantearse la situación", explican entre las entidades. Una parte "que no quiere ni oír de hablar de Damm y Luxempart" tras lo ocurrido con el pacto inicialmente previsto y el "engaño" de que el plan de negocio enviado, y admitido, por el juez encargado del concurso no se ciñiera a lo acordado. De otro, aquellos grupos que apelan a exprimir las negociaciones e incluso abiertamente "están dispuestas" a rubricar la paz con el consorcio de inversores y líderes ya en estos momentos del consejo de administración del gigante asentado en Chapela. Incluso hay, según las mismas fuentes, un tercer planteamiento alrededor del G6 formado por Sabadell, Popular, Caixabank, Novagalicia, BBVA y Ubi Banca que propugna "sacar adelante lo que sea, pero sacarlo", en función de lo que de una vez por todas decida la mayoría de las entidades involucradas.

Son horas "fundamentales", como insisten en la multinacional, ante ese límite de plazo, el próximo martes día 15, para medir los respaldos a la propuesta remitida por Damm y Luxempart, que necesitan el beneplácito del 51% de los acreedores para armar la que bautizaron como Nueva Pescanova. Los bancos creen que es posible que entre ellos sumen alrededor del 40%, incluido en principio el apoyo de Bankia, que se desmarcó de cualquier proyecto ante la imposibilidad de inyectar más recursos a Pescanova, pero con la intención de unirse en lo que decida el resto. No es un tema menor. La compañía le debe unos 126 millones de euros.

El diálogo sigue enrocado en las "numerosas" diferencias entre las líneas maestras trazadas en un principio entre los dos bandos, la demanda de la banca, y lo que Damm y Luxempart están dispuestos a ofrecer. Y todo con el telón de fondo de que lo propuesto es lo admitido por el juez y el margen para retocarlo dependerá también de él. El único avance, como publicó FARO a comienzos de semana, son las mayores garantías de recuperación de deuda al rebajar a 200 millones el tramo junior -cuyo pago depende de la capacidad de Pescanova para hacerlo con lo que le genere su actividad diaria- y el incremento en 100 millones, hasta los 500, en el tramo senior, que no tiene ningún condicionante. El consorcio defiende que es lo que se puede hacer. Que el plan de negocio tiene que ser cauto. En eso coincide Deloitte, encargado de la administración concursal. Los bancos reiteran que eso no tiene nada que ver con lo pactado -la devolución de 300 millones más, hasta los 1.000- y la cuestión es si hay suficiente margen para conseguir equilibrarlo "de alguna manera" con la capitalización de deuda. Con la presencia en el accionariado. Ahí se centraron las conversaciones más recientes.

Que todo está a expensas del desenlace de esta parte del proceso es evidente a la vista de que ayer finalizaba otro plazo, el de la declaración del concurso exprés para 12 de las filiales españolas, en línea con lo que marcaba la propuesta de convenio. No ha habido cambios, según aseguran en Pescanova.