El gallego Manuel Bilbao Baudot, primer oficial del petrolero "Mattheos I", llegó ayer alrededor de las cinco de la tarde al aeropuerto de Los Rodeos después de estar durante 10 días en manos de unos piratas que retuvieron su buque en aguas del golfo de Guinea mientras les robaban unas 7.500 toneladas de gasóleo que transportaban en sus tanques. "Llego con lo puesto porque los piratas me robaron todo lo que tenía: el reloj, el ordenador y hasta la ropa interior", reveló Bilbao en el aeropuerto tinerfeño.

Con gafas de sol y visiblemente emocionado, el marino nacido en Ferrol pero residente en Tenerife desde que apenas contaba con un mes, se fundió en un abrazo emocionado con su esposa Ana Palencia y sus dos hijos: una parejita de mellizos que la casualidad quiso que cumplieran su primer año de vida el mismo día en el que la embarcación en la que navegaba su padre era abordada por unos piratas de origen nigeriano.

La odisea de Manuel Bilbao terminó el sábado pasado pero no fue hasta ayer mismo cuando por fin podía reencontrarse con los suyos y hacer balance de la traumática experiencia sufrida.

Nieto y sobrino de marinos, Manuel Bilbao relató que "los primeros momentos del secuestro fueron los peores, los más violentos, aunque luego nos amenazaban todos los días". El oficial destaca que los asaltantes "iban armados con metralletas, machetes y cuchillos" y "desde el principio" les dijeron que "querían todas las cosas de valor, además de la carga del buque".

El marino, de 37 años, recuerda que les obligaron a entregar sus teléfonos móviles y todos los equipos de radio para evitar que la tripulación pudiera comunicarse con el exterior y debían seguir unas normas como "pedir permiso para todo, para ir al baño o cambiarnos de ropa".

Durante los 10 días de secuestro, Bilbao y sus 22 compañeros de tripulación llegaron a temer por sus vidas porque "uno no sabía lo que podían hacer". Comenta que la peor parte, quizás, se la llevaron los dos camareros y el cocinero de abordo –todos filipinos– porque además de cocinar y servir las comidas de costumbre para la tripulación, los piratas "les obligaban a darles de comer o a ponerles café, té o cualquier cosa cada vez que se les antojaba, ya fuera de día, de noche o de madrugada".

Recuerda que el momento más feliz que vivió junto a sus compañeros fue cuando finalmente vieron desaparecer por el horizonte a todos sus captores. Así, afirma que el pasado sábado 22 –el día de la liberación– les "obligaron a encerrarse en un camarote salvo a varios de ellos que dejaron en el puente del buque" para gobernar el petrolero. Antes de abandonar la nave, los piratas les amenazaron con regresar si daban la voz de alarma antes de una hora y que los "matarían a todos si no obedecían".

Bilbao y todos sus compañeros obedecieron las instrucciones hasta que bajó del puente el tercer oficial, el gallego Damián Aguín, y les liberó del camarote.

Manuel Bilbao Baudot reconocía ayer que lo había pasado muy mal pero ahora se siente muy feliz porque "solo tenía ganas de regresar a casa para abrazar a los mellizos, a mi mujer y a toda la familia".

Su madre, Carmen Baudot, que se encontraba en Galicia de visita en casa de sus familiares mientras el barco en el que navegaba su hijo era secuestrado, voló ayer desde A Coruña para encontrarse con él en el de Madrid-Barajas y realizar juntos el feliz viaje de regreso a la Isla. Durante estos días, Carmen Baudot se convirtió durante casi dos semanas en la portavoz de la familia cuando los medios de comunicación de toda España la llamaban para preguntarle por las novedades que del caso conociera, pero ayer quiso pasar desapercibida ante los medios de comunicación.

En la terminal de llegadas del aeropuerto tinerfeño, además de la esposa y los dos niños de Manuel Bilbao, le esperaban sus hermanos Nati y Fernando –también marino mercante que opera con los ferrys de la Naviera Armas en las Islas–, así como su padre, Manuel Bilbao, entre otros familiares.