La selección española, concentrada desde el pasado domingo en Curitiba con temperaturas sobre 10 grados, mantiene preocupación por los cambios térmicos que vivirá durante el Mundial 2014, el primero este viernes ante Holanda en Salvador de Bahía, donde las previsiones apuntan a 24 grados.

"Está claro que el clima es un factor que, como nosotros tenemos la costumbre de jugar la mayoría de la temporada en invierno, va a costar un poco más, pero lo principal es el estado del campo, que esté bien y mojado", explicaba ayer Diego Costa, delantero de la selección española, sobre lo que les espera a lo largo del Mundial.

En el recuerdo está el sufrimiento de los futbolistas de la Roja en la Copa Confederaciones del pasado año cuando disputó dos partidos en Fortaleza, al norte de Brasil, con el calor y la humedad que soportaron los jugadores. Esa ciudad, además, sería el escenario de su duelo de octavos de final si es primera del grupo B.

"Está claro que cuanta más circulación le demos a la pelota y más rápida sea mucho mejor para nosotros y peor para el rival. El calor va a pasar factura. Para muestra lo que vimos el año pasado en el estadio (Castelao de Fortaleza) contra Italia y Nigeria. Eran unas condiciones tremendas y al final acaba pasando factura", dijo Sergio Busquets, que disputó ambos encuentros con la selección.

En Curitiba, los futbolistas se entrenan en temperaturas que oscilan entre los 10 y los 15 grados, un clima "perfecto para la preparación física y entrenar", según explicó el centrocampista, pero tanto en Salvador como en Río de Janeiro, donde jugará sus otros dos choques de la primera fase, subirán hasta los 25 grados.

La opción de jugar en Fortaleza, ya en los octavos de final, mantienen en alerta a Vicente del Bosque y a toda la selección, que estudia incluso el cambio de sede una vez superada la primera fase para adaptarse a las temporadas más calurosas que les esperarían en las eliminatorias siguientes de la competición intercontinental.