"Sería un inepto si no colaborase con la Unión Deportiva Ourense". Con esa fe ciega en el proyecto se expresaba el 26 de septiembre del pasado año el gerente de una empresa de mantenimiento de ascensores, el primer patrocinador que captó el club unionista. El logotipo de la firma se imprimió en los más de 1.200 carnés de socio y la vinculación no solo se prolongó a la presente temporada sino que incluyó además la esponsorización de los abonos del equipo femenino. "Hay que tener los ojos bien tapados para pensar que esto no va a ir para adelante", afirmaba satisfecho por las contraprestaciones de su patrocinio. Pero José Manuel Fernández Pérez no mezcla los negocios con el ocio ni entiende de filias en un terreno de juego.

En su faceta arbitral le tocó dirigir el pasado domingo el partido de la UD Ourense en el campo de Loñoá. La derrota fue inapelable, pero todas las decisiones polémicas perjudicaron al equipo que dirige Antonio Dacosta. Dos de ellas fueron a instancias de su asistente principal, el gol anulado en el minuto 37 por un supuesto fuera de juego de Julio Salgado y la expulsión, en el 87, de Xurxo por una desconsideración que previsiblemente le acarreará un partido de sanción.

La tercera, con la que se inclinó definitivamente el marcador, fue de criterio propio y también protestada, un penalti de Lucas Nieto por una carga a un delantero del Loñoá cuando se disponía a rematar a gol. El castigo disciplinario se quedó en amarilla cuando muchos temían la roja porque el jugador no tenía controlado el balón. En la segunda parte los unionistas reclamaron una acción similar en el área del Loñoá que Martínez Pérez no interpretó como pena máxima. Su actuación crispó a algunos de los aficionados que acudieron a A Carabina, ya decepcionados por la pobre imagen del equipo. Pueden consolarse con que este árbitro es de los que pagan la factura.