El Ourense solo descendió dos veces al año siguiente de hacer una fiesta de ascenso en sus 60 años de historia. Ocurrió en 1970 y 1995, cuando se precipitó desde la Segunda División. Para lo bueno y para lo malo, sus pasos nunca son fugaces. Tras los otros siete ascensos que incluye su expediente, el equipo siempre se aferró a la categoría. Para conseguir el último, se invirtieron 160 partidos, tres directivas, seis técnicos y decenas de futbolistas. Los que resisten y los que se sumaron el pasado verano tienen ante sí la posibilidad de cerrar un lustro de padecimientos.

El entrenador del Ourense no se ha cansado de repetir que el fútbol ha sido injusto con su proyecto. Orgulloso de la entrega, el compromiso y la osadía de sus jugadores a largo de decenas de entrenamientos y de casi todos los minutos de liga, Luisito fue de los pocos que no dio la temporada por resuelta en marzo. Tenía muy interiorizadas las penurias con que empezó el curso de retorno a Segunda B.

No hubo directiva hasta el último día del mes de julio de 2012 y hasta se tuvo que suspender un partido amistoso en Portugal porque no se reunían los requisitos mínimos para viajar. En toda la fase de planificación previa al comienzo de la pretemporada, el Ourense solo pudo fichar a Juan Martínez. El de Cedeira se lesionó a los cinco minutos de liga, una avería seria en una plantilla descompensada y con puestas a punto escalonadas.

El goteo de fichajes se prolongó hasta vísperas del debut liguero. Al esqueleto que soportó el reto del ascenso tras tres intentos fallidos se le sumaron futbolistas que han cuajado en medida dispar. La vigencia del gran acierto, el delantero Jona, no pasó del mercado de invierno, cuando el Granada se lo llevó por una módica cantidad.

El Ourense ha sobrevivido a todos sus síndromes manteniéndose fuera de las cinco últimas posiciones hasta llegar al noveno mes de competición. Con nueve puntos en juego, los de Luisito dependen de sí mismos. El descenso directo es improbable, aunque el calendario depara para la penúltima jornada una incómoda visita a un Zamora que se puede jugar la vida. La victoria sobre el Leganés evitaría ese trago, pero los madrileños son un feo rival y quizás ni los tres puntos sean suficientes para despejar la amenaza de la promoción de permanencia.

Para abordar el más difícil todavía debido a la sanción de su referencia ofensiva, Óscar Martínez, el Ourense tendrá la baza de su afición, que después de cuatro años apretando la nariz contra el escaparate de los ascensos ha dado la talla. La eliminatoria contra el campeón vasco hizo coincidir hace un año en el estadio de O Couto a los que nunca se fueron, a los que se apearon a medio camino y a los que volvieron exclusivamente para presenciar el despegue hacia la categoría de bronce.

Los aficionados han tenido mucha incidencia en los partidos que tuvieron al Ourense contra las cuerdas. Del choque contra el Leganés vuelve a colgar la etiqueta de final, por lo que la directiva vuelve a poner a disposición de cada socio dos entradas al precio de 5 euros para que las gradas se pueblen con ourensanistas convencidos de que les espera una tarde de tormento. Quizás sea la última.

La tranquilidad que da haber vendido más de 3.000 carnés anuncia un futuro halagüeño. El consejo de administración ha alcanzado acuerdos con los grandes acreedores del club, la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, y también ha resuelto el contencioso con la hacienda autonómica por la subvención mal justificada que el club tiene que devolver con intereses. Los números siguen siendo rojos, pero empiezan a cuadrar. Si pasado el 19 de mayo sigue en Segunda B, el Ourense tendrá por primera vez en años fuertes raíces sobre las que prosperar.

El espinoso camino de regreso - 1 - El Ourense bajó a Tercera 23 años después el 18 de mayo de 2008. 2 - El ascenso se frustó a 15 minutos del final en Caravaca el 28 de junio de 2009. 3 - El proyecto acabó en fracaso en Inca el 23 de mayo de 2010. 4 - Villaviciosa fue la penúltima estación el 29 de mayo de 2011.