Hubo tercer tiempo en O Gatañal. No para restañar las heridas abiertas con la durísima selección austriaca sino para hermanarse con la ayer rejuvenecida afición canguesa. Fueron 60 minutos de juego intenso, de emoción y de mucho esfuerzo, casi tantos como los Hispanos dedicaron posteriormente a atender a todos los aficionados que así se lo requirieron. Albert Rocas iba de lado a lado del campo para hacerse fotos y firmar camisetas, balones, libretas, pósters y todo aquello que le ponían por delante. Igual que Viran, Cañellas, Entrerríos y el resto de compañeros, que aplicaban en hacer felices a los aficionados la misma intensidad que poco antes habían desplegado sobre la pista. Todo por satisfacer los deseos de unos pequeños en los que la semilla del balonmano germinará algún día.

La misma satisfacción debía tener el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que no quiso perderse el choque, al igual que el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete Lasa, el presidente de la Federación Española de Balonmano, Francisco Blázquez, o por supuesto el alcalde cangués, José Enrique Sotelo. También se encontraba en el palco de autoridades, entre muchos otros, Carlos Mouriño, el presidente del Celta, que cambió por un día el césped por el taraflex de O Gatañal.

La afición respondió, brindando una calurosa acogida a los jugadores cuando sus nombres eran anunciados por megafonía. El regreso de Sterbik al equipo nacional le permitió disfrutar de unos decibelios más que sus compañeros, una sensación parecida a la que debió vivir el austriaco con ascendencia dominicana Raúl Santos, vitoreado como si de otro Hispano se tratase. Por momentos le costó a O Gatañal olvidar al Frigoríficos. Sin los habituales "Fernando Eijo, lolololo" o "ni Messi ni Cristiano, Suso Soliño", el pabellón pareció sentirse extraño. Quizá por eso no había profusión de banderas españolas ni cánticos especiales hacia la selección. Sí hubo gritos de ánimo, de júbilo al marcar y la explosión final por la victoria y por el inicio del tiempo para poder compartir con estos ídolos de carne y hueso.