Las lágrimas de algunos jugadores tras el partido muestran en gran medida el ataque de nervios en el que vive sumido el Estradense en las últimas semanas. Los rojillos, instalados en el liderato de la Preferente Sur durante la mayor parte de la temporada, han acumulado elogios al mismo ritmo que asumían un papel de favoritos para el que no estaban preparados. El encuentro del pasado domingo ante el Campo Lameiro fue la explosión definitiva de una olla a presión con demasiado calor. El vodevil perpetrado por los rojillos sobre el Municipal de A Estrada solo se entiende desde ese punto de vista, una visión misericorde para un equipo necesitado de psicoanalista para superar sus miedos.

Los de Mariano recibían en su campo a un rival al que estaban obligados a ganar. Con más de 500 aficionados en las gradas, esa obligación se tornó en una losa imposible de soportar. Desde el primer minuto, nada encajó. Nervios, tensión, reproches, errores... Y todo ante un equipo que se frotaba las manos ante lo que veía. El cambio de sistema propuesto por Mariano para la ocasión no ayudó a dar calma ni tampoco la inesperada presencia del capitán Manuti en el banquillo. Los rojillos se encontraron desnudos en medio de la clase y lo único que supieron hacer fue cerrar los ojos y esperar que todo pasase lo más rápido posible.

Asumidos los problemas, ayer tocó día de reflexión y de reunión. A Alberto Mariano le tocó como cada lunes dar la cara. Lo hizo para asumir errores, entonar un mea culpa y pedir unidad. El entrenador ha asumido el trabajo de intentar superar lo que ha definido como "un problema de mentalidad". "Nos pierde la ansiedad. Mentalmente nos está costando", reconoce un hombre que ha decidido cargar sobre sus espaldas gran parte de lo perdido. Mariano asume que la pérdida de agresividad, la mala mentalidad con la que afrontaron el partido, la decisión de modificar el sistema que no salió como se esperaba o el no lograr dar tranquilidad al equipo son culpa suya. Mariano explicó también que la decisión de dejar a Manuti en el banquillo tras una semana en la que faltó a entrenamientos también salió de él.

El técnico quiere hacer borrón y cuenta nueva y eso pasa por un reseteo total en el que deben dejar atrás todos los reproches. "Tenemos que aprender a sufrir y a vivir en estas situaciones pero debemos hacerlo todos a una", afirmó al tiempo que recordó que tienen cinco finales por delante y dependen de sí mismos. "Está en nuestra mano pero tenemos que mejorar, especialmente a nivel defensivo, porque perdimos seguridad. Si seguimos así nos estamos pegando un tiro en el pie".

El Estradense vivió el domingo el partido que imaginó y temió. En su mano está ahora crear una realidad diferente, con un final un poco menos triste.