La selección española se reencontró con el triunfo en Albania, donde derribó el muro defensivo local con tantos de Diego Costa y Nolito, para arrebatar el liderato a su rival tras un ejercicio de paciencia con premio (0-2) y que pudo ser mayor si Italia no hubiese ganado al final.

Ante Albania esperaba un rival encerrado, líneas juntas y pocos espacios. No le tembló el pulso para comenzar con defensa de tres en un giro de tuerca más. Ramos recordaba viejos tiempos con incorporaciones en la banda derecha y Monreal caía a la izquierda.

La atención debía de ser máxima en el repliegue. Las ayudas de Busquets al central rápidas en fase defensiva en los pocos segundos que España no tenía la posesión. Llegó a alcanzar el 85%, quizás con demasiados jugadores de un mismo perfil. Koke, Thiago, Iniesta y Silva extienden un estilo pero representan lo mismo.

El control fue total pero tras perdonar las pocas ocasiones que concedió el rival en el primer acto, hacía falta acierto para no entrar en un bucle.

El guión se repetiría en la segunda mitad con la diferencia del acierto en el remate español. Piqué volvió a tener la primera, pero remató a las manos de Berisha, antes de que España pasase factura al único error grave de su rival. De un mal saque de puerta salió el pase de Vitolo a Silva y la generosidad del isleño para regalar el tanto a Diego Costa. Premio a su lucha incansable. Fin a un nuevo debate en torno a su figura.

En diez minutos la Roja encontraba el premio tan buscado y con el marcador a favor no cambió su idea. Fue a por más y lo consiguió con rapidez. Nolito, recién entrado al partido, porfió un balón y con calidad puso su disparo cruzado ajustado al poste. Era la sentencia. El fin de un partido durísimo precedido de diluvio y que tuvo su fin tras un aguacero, un susto con lesión de Ramos y el paseo final con la bonita ovación de la afición albanesa al maestro Iniesta.