Hazaña puede ser un buen término para definir lo realizado por el Ribadumia en O Roxo. Y que para un equipo que pelea por la permanencia conseguir los tres puntos en la casa del líder en el último minuto es como un guión soñado. Más aún cuando las circunstancias físicas de muchos jugadores no eran precisamente las más propicias para competir a su mejor nivel. Pero afortunadamente todo jugó a favor de los aurinegros. Incluso la suerte, tantas veces esquiva, quiso echar un buen capote para saldar de paso las heridas de aquella injustísima victoria del Cerceda en A Senra en la primera vuelta.

El poderío físico de los hasta ayer líderes de la competición se convirtió en el factor diferencial durante toda la primera parte. Su facilidad para sacar ventaja en acciones a balón parado fueron toda una pesadilla para los visitantes. Afortunadamente los postes de la portería de Javi Sánchez se convirtieron en los mejores defensores de esas acciones de estrategia. Y es que hasta en tres ocasiones aparecieron providencialmente para evitar los tantos de los locales.

Cada falta lateral o cada córner se convertía en el escenario perfecto para que Álex Ares hiciese gala de su perfecto golpeo. La ventaja en centímetros de los de Ángel Cuéllar, unido a cierta pasividad defensiva, permitió varios remates muy francos de las torres rojiblancas. Abelenda fue el primero en citarse con los palos en un remate muy claro dentro del área pequeña. El propio Abelenda aprovechó un error en la salida de balón de los de Sierra para encarar en carrera a Sánchez, pero Miguel Vázquez llegó con en última instancia la puntera para evitar su remate.

El Ribadumia no estaba siendo capaz de retener el balón lo suficiente para darle un cambio de rumbo al juego. La presión local hizo también lo suyo. Además seguían dando sustos como en el remate de Edu tras saque de esquina que también se estrelló en la cruceta para alivio visitante. Incluso antes del descanso Granada también vio como una volea suya terminaba repitiendo el sonido del golpeo de un balón a un poste metálico.

Tras todo lo salvado en la primera parte, se dio la paradoja que el Cerceda se adelantó en la primera acción tras el descanso. Un gran pase de Agulló permitió a Abelenda batir a Javi Sánchez en su salida. Fueron minutos complicados para el equipo de David Sierra, pero fueron capaces de salir de ellos a base de fe y fútbol. Cuando fueron capaces de combinar el partido dio un giro radical en su tendencia y empezaron a mostrarse más osados. Incluso parecía que ese 1-0 les había liberado más a ellos que a los entonces aún más líderes.

Ese descaro obtuvo premio en forma de empate. Agus, en una jugada individual, disparó desde la frontal y el poste incluso tocó el balón antes de llegar al fondo de la red. Ese tanto dejó al Cerceda bloqueado, como que no terminaba de creerse lo que le estaba pasando. El Ribadumia leyó la situación a la perfección mientras los locales ya no eran capaces de reconducir su fútbol.

El deseo de ganar llevó a un renqueante Changui a aprovechar un mal despeje de Angeriz y servir con maestría a la llegada de Hugo para que hiciese el definitivo 1-2 en el último minuto de partido. Así quedaron saldadas las deudas de la primera vuelta y, de paso, acercan un poco más al Ribadumia al objetivo de la permanencia.