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baloncesto

El gran trampolín de la Minicopa

El árbitro isleño Iván Escariz dirigió la final en el Coliseum junto a dos colegiados ACB

Iván Escariz, con A Illa de fondo, no se marca más meta dentro del arbitraje que no sea el ser cada día un poco mejor en su labor dentro de una cancha de baloncesto. // I. Abella

A Coruña fue el pasado fin de semana el epicentro del baloncesto español. La disputa de la Copa del Rey congregó en la capital herculina a lo más granado del baloncesto nacional tanto del presente como del futuro. El extraordinario ambiente que se pudo vivir en el Coliseum confirmó la excelente consideración de un evento deportivo que crece año a año.

La dimensión de la Copa del Rey es incluso mayor desde que la Liga ACB decidió agregarle el espectáculo de la Minicopa, que en esta edición contó además con una fase previa que se disputó en Zaragoza. Los ocho mejores equipos infantiles de canteras de clubes de la Liga Endesa compitieron por alcanzar una final en la que el baloncesto arousano estuvo representado por Iván Escariz. El isleño, a sus 17 años, fue elegido por la Federación Gallega para arbitrar la final formando trío con dos árbitros ACB como el aragonés Carlos Peruga y el valenciano Fernando Calatrava.

La oportunidad de arbitrar una final así con casi 3.000 personas en las gradas del Coliseum fue considerado por el emergente colegiado como "un privilegio", si bien tampoco oculta que le temblaron algo las piernas al principio por el imponente escenario. "En el primer cuarto estás un poco más tenso, pero a medida que avanza el partido la concentración hace que te olvides de los nervios", admite.

Aquel Real Madrid-Joventut resuelto en favor de los blancos por un incontestable 102-50 quedará para siempre en el recuerdo de Iván, incluso con mayor nitidez que el derbi por antonomasia pitado horas antes entre madridistas y azulgranas también en A Coruña, otro de los detalles que la Federación Gallega le otorgó para premiar una destacada progresión dentro del arbitraje que en solo seis años le ha situado en el grupo I de los colegiados autonómicos.

Su padre, José Manuel Escariz, fue quien le abrió las puertas a la hora de aplicar el reglamento sobre una cancha. En 2010 Iván se enfundó por vez primera la camiseta gris, y poco más de cinco años después, ya se vislumbra como el próximo producto de la factoría de árbitros autonómica que actualmente cuenta con Carlos Cortés y Jacobo Rial como referentes. Precisamente con este último estuvo entrenando en las semanas previas a la Minicopa todo lo relativo a la mecánica de actuación y rotaciones de tres colegiados."Fue lo que más me costó al principio acostumbrado a pitar con solo un compañero", señala.

Con muy buen criterio, Escariz tiene claro que no se marca ninguna otra meta en su terreno que no sea "mejorar cada día". A ello añade que "si quieres ser un buen árbitro, la experiencia es fundamental. No tengo ninguna prisa por ascender categorías rápidamente. Soy muy joven y creo que un buen árbitro se hace poco a poco. Ahora tengo que arbitrar el mayor número posible de partidos e ir creciendo sin más presión que la que yo me pongo a mí mismo".

El baloncesto siempre fue su deporte, no solo favorito sino también practicado. Desde los diez años, el Dorna de A Illa fue su segunda casa. De allí pasó al Liceo Casino de Vilagarcía para finalizar su carrera como jugador en el equipo cadete del CLB. "Llegó un momento que había que elegir entre jugar o arbitrar y lo tuve claro", apuntó.

La escasez de árbitros en el Colegio Arousano le supone además un esfuerzo adicional, "cada uno de nosotros pita una media de cuatro partidos cada fin de semana. Es un esfuerzo, pero también es verdad que arbitrar te va gustando cada vez más y se lleva todo mejor".

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