En contra de la opinión generalizada, el golf se ha convertido en la comarca en un deporte al alcance de prácticamente todos los bolsillos. La Fundación Monte Castrove, encargada de gestionar el uso y explotación del campo de Meis, se ha marcado el propósito de difundir la práctica de esta especialidad y de todos los beneficios que ello reporta. La potenciación de la escuela para niños y la buena acogida que está teniendo, son síntomas inequívocos del atractivo de una actividad que se adapta a todas las edades y capacidades.

Javier González Rodríguez es el profesor que la Fundación Monte Castrove pone a disposición de los que se inician. La escuela para niños se maneja entre edades comprendidas entre los cinco años y los 17. Hasta ahora son un total de 44 los que se han inscrito para recibir una clase semanal por un precio que oscila cada trimestre entre los 72 euros, para los socios del campo de golf, y los 87 euros para los no socios.

El campo de entrenamiento se convierte en la primera parada de los niños. Allí tratarán de dominar los conceptos básicos para luego poder dar el salto a los 18 hoyos. Nociones básicas como el agarre del palo, los apoyos o el swing se combinan con la inculcación de otros valores básicos para el buen golfista como las reglas de comportamiento y etiqueta. "Insistimos mucho en valores como el respeto. Los niños tienen que entender que el golf tiene también un alto componente social y de relaciones humanas y hay que formar al jugador desde una perspectiva integral", apunta el entrenador.

El crecimiento del número de jugadores en la escuela del campo de Meis ha sido especialmente significativo a lo largo de este año. Advierte además Javier González que la inscripción permanece abierta y que es muy factible superar el medio centenar de niños a lo largo de la temporada. A ello puede ayudar el hecho de que "el golf es un deporte que tiene un alto componente de atracción para todo aquel que lo practica. Además, el niño solo se tiene que preocupar de venir y aprender porque tanto los palos como las bolas se las facilitamos aquí".

A la hora de detectar el talento precoz en el deporte de los palos y los hoyos, Javier González tiene claro que el jugador de golf, más que nacer, se hace. "Para llegar a dar un buen nivel lo más importante es ser perseverante. El golf es un deporte en el que es muy difícil mantener una progresión lineal, pero los que llegan son los que se sobreponen a ello y trabajan y entrenan duro ante cualquier adversidad".

Al mismo tiempo, el monitor de Monte Castrove tiene claro que cuanta más cantidad haya de practicantes jóvenes más fácil será la aparición de los relevos para Severiano Ballesteros, José María Olazábal o Sergio García. En ello, González Rodríguez tiene claro que todo debe partir del apoyo de las administraciones.

"Mientras las instituciones no pongan de su parte estará complicado generar buenos jugadores. Hay un desconocimiento total de lo que es jugar al golf. Habría que saber que un campo puede albergar hasta 140 personas jugando a la vez. Es cierto que el coste de ejecución y mantenimiento es muy alto, pero los ingresos también. Que lo anuncien, lo publiciten y que den a conocer toda la carga de beneficios que incluye la práctica del golf sería un paso adelante enorme", apunta el entrenador.

Otra cuestión inherente a la práctica del golf es el hecho de tratarse de un deporte de todos y para todos. "Debería ser un deporte obligado para el jubilado porque para caminar es ideal y haciendo relación social. Muchos beneficios inherentes a la práctica del golf, "se puede practicar a cualquier edad. Es un deporte que se puede practicar en familia, en pareja, con amigos y de manera individual. Por si fuera poco, el escenario donde se practica es privilegiado. Un jardín de unas 50 hectáreas cuidado con esmero en el que el simple hecho de pasear por allí es una gozada. Debería ser un deporte obligatorio para cualquier jubilado", concluye.