España concluyó su periplo por Escandinavia con sopor, pero con la satisfacción de la misión cumplida tras ganar el pasado sábado a Dinamarca, con lo que puso pie y medio en la próxima Eurocopa, y empatar ante Finlandia en una cita que resultó un trámite insufrible bajo el frío de Helsinki.

El partido carecía de interés. Después de superada la batalla de Aarhus para los de Luis Aragonés el envite ante los finlandeses suponía un engorro, pero el acuerdo al que ambas federaciones llegaron hace dos años obligó a la disputa del mismo.

Como estaba previsto, el técnico español puso en práctica las rotaciones y dio paso en el once titular a ocho de los futbolistas que no habían actuado ante los daneses. Sólo repitieron Ramos, Iniesta y Albelda.

Para Finlandia, la cita era especial. Con el partido, la Federación del país cerraba los actos del centenario de su selección y para la ocasión buscaron a un rival de enjundia.

Los nórdicos pusieron ganas, pero evidenciaron una falta total de aptitud técnica. Son un combinado de la segunda división europea, muy lejos de los básicos y mínimos fundamentos futbolísticos. Con esos ingredientes no se podía esperar algo diferente a lo que se vio. Un horror. Como muestra, un dato: en la primera mitad sólo se registró un disparo a puerta, el que firmó Albert Riera en el minuto 28.

En la segunda, Luis comenzó su carrusel de cambios para poner en práctica las llamadas dosificaciones, teniendo en cuenta que el próximo sábado regresa la liga.

Pero la tónica siguió siendo la misma. Para España estaba claro el objetivo. Se trataba sólo de dejar pasar los minutos sin problemas ni lesiones y, a ser posible, anotar algún tanto que le concediese le victoria.