Coruxo y Rápido de Bouzas escenificaron ayer en el campo de O Vao el prototipo de un derbi local. Poco fútbol, menos ocasiones de gol, intensidad, fuerza y polémica. Al final, el duelo entre dos viejos conocidos se saldó con una victoria mínima, en una jugada a balón parado, para el equipo más necesitado, que recibió una bocanada de aire fresco.

Rafa Sáez tuvo que recomponer la defensa tras las ausencias de Campillo y Adrián Pazó, con un fuerte dolor de espalda. El técnico de A Seca apostó por colocar en el centro a Pablo Crespo y Mario, con Pablo García en un lateral y en el otro a Rafa Mella, que subió más por banda. La ausencia de Antón llevó a Mateo a jugar de medio centro defensivo, incrustándose en el centro del campo en la segunda parte, en el momento en el que Borja Yebra entró en el terreno de juego. Ahí fue cuando apareció la magia del posiblemente mejor jugador del equipo.

Borja Jiménez no varió demasiado el equipo con respecto al que la semana pasada derrotó al Rayo Majadahonda. Isma entró en banda, y aunque Carlitos era el hombre más adelantado, Anderson estaba muy cerca, haciendo que los aurinegros jugaran en ataque con dos delanteros.

Los primeros minutos de juego invitaron al optimismo. El Rápido trató de estirarse y a los cuatro minutos Trigueros remató de cabeza un saque de esquina saliendo el balón fuera por poco. Parecía que sería un partido entretenido, pero no fue así.

El Coruxo recuperó el control del balón en el centro del campo, pero no era capaz de encontrar líneas de pase para generar ocasiones de peligro. El esférico circulaba con agilidad hasta el medio del campo y a partir de ahí aparecían las dificultades. Los jugadores entrenados por Rafa Sáez eran conscientes de los problemas de perder el cuero en esa zona, pero ayer el Rápido falló en esa presión que siempre hace en la medular y que le permite recuperar numerosos balones. Además, había demasiado terreno entre los mediocentros Sielva y Yago Pérez y la gente del centro del campo, con lo que en más de una ocasión Carlitos y el propio Anderson tenían que bajar a buscar balones y les quedaba un largo recorrido hasta llegar a la frontal del área del Coruxo.

No hubo ni buen juego ni ocasiones, pero la mejor fue para Higón, a siete minutos para llegar al descanso, cuando se disponía a controlar solo un balón a la altura del punto de penalti y en el momento clave resbala y no puede disparar a puerta.

Tras el paso por el vestuario el Coruxo volvió a hacerse dueño de la parcela central, pero a los quince minutos llegó la jugada del penalti que desequilibró el encuentro. Jiménez no tardó demasiado en reaccionar con un doble cambio. Diz sustituía a Carlitos buscando generar más peligro en ataque, mientras que Pedro García ocupaba el puesto de Yago Pérez, que hasta ese momento había sido uno de los mejores del conjunto aurinegro.

Los cambios no mejoraron el juego del Rápido, que seguía demasiado agazapado. Anderson era una isla en el ataque boucense y Diz se perdía intentando llegar en balones largos que se marchaban por el fondo del campo.

Borja Jiménez cambió el dibujo táctico del equipo dejando una defensa de tres centrales y dándole permiso a Cristian para que subiera por la banda buscando desequilibrar la defensa del Coruxo. Rafa Sáez no se quedó atrás, y con un doble cambio mostró claramente sus intenciones. Quique Cubas se incorporó a las labores ofensivas sustituyendo a un Silva al que se le agotaban las baterías, y Borja Yebra acompañó a Fernando en el doble pivote, con lo que Mateo subía al centro del campo para cubrir la zona ancha que hasta ese momento ocupaba Álex Arias.

Ese fue un cambio que le dio al Coruxo un aire muy diferente al que tenía hasta ese momento. La magia volvió al centro del campo del equipo de O Vao, pero el partido estaba en un momento delicado, en el que por el tiempo que restaba para la conclusión era casi tan importante defender bien y no encajar que lanzarse a buscar un segundo tanto que sentenciara el encuentro.

Al final el derbi se quedó en casa pero con la sensación de que los dos equipos afrontaron el encuentro con demasiados temores, sin dejarse llevar por lo que supone un derbi y sin llegar a disfrutar del momento.