Chris Froome (Sky) se proclamó por cuarta vez en París rey del Tour de Francia, consolidando una era de dominio. Froome, de 32 años, entró en la meta de los Campos Elíseos luciendo por tercera vez consecutiva el maillot amarillo de campeón, al final de una etapa festiva, de homenaje, disputada entre Mongeron y París con un recorrido de 103 kilómetros, a cuya fiesta se apuntó el holandés Dylan Groenewegen (Lotto Jumbo), quien estrenó su cuenta en el Tour. El holandés de 24 años apunta al futuro como gran velocista. Se impuso por delante del alemán André Greipel (Lotto Soudal) y el noruego Boasson Hagen (Dimension).

Christopher Froome (Nairobi, 32 años), aquel niño que aprendió que la bicicleta era un elemento de libertad dando paseos por el Monte Kenia, se coloca a una sola victoria de los mitos del "club de los 5": Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain. Un triunfo planificado, sin avasallar, producto del estudio del recorrido y del apoyo de un equipo de elite. Los cronómetros de Düsseldorf y Marsella le dieron a Froome un triunfo ajustado, controlado, con menos sufrimiento del que indican las diferencias finales. Aunque no sienta obsesión, le resulta "un honor encontrarse a una sola victoria de las grandes leyendas del ciclismo".

Froome empezó a montar en la bicicleta de hierro que le cedió el mayor de sus dos hermanos. Rodaba por la sabana keniana, a veces entre manadas de animales salvajes, algo que hubiera espantado a cualquiera. No fue el caso de Christopher, hijo de una fisioterapeuta y de un operador turístico que organizaba safaris.

En Sudáfrica, donde fue trasladado el negocio de su padre, nació su pasión por la bicicleta y se alistó en el primer club. Antes de ser adolescente en aquel país fue niño en Kenia, en el África negra. Pertenece a una familia inglesa originaria de Brighton y vivió junto a sus tres hermanos en la capital keniana hasta los 14 años.

La vida al aire libre marcó su empatía con el continente negro, a pesar de algún susto "de muerte". Un árbol le salvó de vérselas cara a cara con un hipopótamo. Y la bilharzia le castigó la salud, una enfermedad derivada de un parásito que de vez en cuando aparece para restarle glóbulos rojos.

En el colegio Saint John de Johannesburgo adquirió acento de Oxford y modales de 'gentleman', y aprendió a vivir apartado de la familia. En la misma ciudad estudió economía, pero a un año de la licenciatura lo dejó cuando el ciclismo profesional llamó a su puerta.

Froome se presentó en sociedad en la Vuelta a España 2011. Era gregario de Wiggins y acabó segundo, por delante de su jefe de filas y por detrás de Juanjo Cobo. No ganó la Vuelta por 13 segundos, el tiempo que perdió por esperar a Wiggins camino de los altos de Manzaneda y La Farrapona. En 2012 Froome no se llevó el Tour por los mismos motivos que no ganó la Vuelta. Aquellas escenas en los puertos de Galicia y Asturias se trasladaron a los Alpes, a la Toussuire y Peyragudes, donde "el africano con alma blanca" tiró de freno para no soltar de rueda a Wiggins, imperial solo en la lucha contra el cronómetro. Toda una declaración de obediencia y fidelidad a la empresa Sky, aunque "resulte un poco frustrante", dijo entonces. El mismo caso vivido por Mikel Landa en este Tour, sujeto a su líder. Su sueño de joven se aplazó a 2013. Se coronó en París tras dominar de principio a fin. Ganó tres etapas. Ahí empezó la era Froome, solo interrumpida por una caída en 2014.

Froome siempre ha declarado que se siente "ciudadano del mundo", aunque se siente más próximo a África, donde piensa volver cuando se retire del ciclismo, con la idea de montar una escuela en Kenia. En Inglaterra no goza de la popularidad ni el reconocimiento de Wiggins, o incluso de Mark Cavendish. Ellos sí han recibido el premio de deportista del año, Froome nunca.

En 2007 Froome se instaló en Italia cuando corría con el Konica (2007), un modesto equipo continental. Se instaló cerca de Bérgamo, ya que su novia vivía en Milán y por tren la podía ir a ver. Cuando cortó la relación tuvo una cosa muy clara: "Ahora me voy a centrar en mi carrera ciclista".

En el equipo actual empezó a forjar su leyenda. Una trayectoria imparable que le ha llevado a lograr 4 Tours de Francia, con 7 triunfos de etapa, 3 Dauphinés, 2 Tours de Romandía y un bronce olímpico en Londres 2012, entre otros logros.

Casado con Michele Cound, presentada por su excompañero sudafricano Daryl Impey, y padre de Kellan, de año y medio, reside en Mónaco, donde coincide con numerosos ciclistas del pelotón, incluido el colombiano Nairo Quingana. Un tipo sencillo, casi siempre con la sonrisa en la boca. Hubiera sido oficinista de no haberse enamorado de la bicicleta. Si los entrenamientos y la vida familiar le dejan unas horas, Froome escucha música de Coldplay. Entre sus mejores recuerdos, aparte de sus triunfos en París, el día que conoció al expresidente surafricano Nelson Mandela.