Gary Lineker, legendario delantero centro inglés, definió el fútbol como un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania. Una ingeniosa exageración que en cierto modo hace justicia al formidable gen competitivo de la Mannschaft, que hoy manda con mayor autoridad que nunca en el fútbol planetario. ¿Cómo si no explicar que Alemania se ha plantado simultáneamente en dos grandes finales con dos equipos sub 21?

La primera de ellas la resolvió anoche el conjunto de Stefan Kuntz de modo brillante frente a la mejor selección española de los últimos años, con Albert Celades al frente y dos canteranos célticos en plantilla: Rubén Blanco y Jonny Castro. La representación celeste en la final se quedó en manos del lateral vigués, que ganó la titularidad al valencianista José Gayá tras sus grandes actuaciones en los partidos frente a Portugal e Italia, dos de las selecciones más pujantes del torneo a las que España superó con brillantez.

Acaso por un problema físico que le llevó a recibir atención médica al comienzo del partido, Jonny no logró repetir el excelente rendimiento firmado en sus anteriores actuaciones. Tampoco lo hizo España.

Claramente superado por Weiser, el imponente jugador del Hertha de Berlín encontró en el céltico un coladero por el que desarbolar a la defensa española y aprovechó un fallo del vigués para armar la jugada del triunfo, rubricada con un imponente cabezazo, a pase de Jeremy Toljan. La entrada de Gayá, que suplió al vigués en el minuto 50, mejoró a la Rojita, aunque no lo suficiente.