La configuración de las sucesivas plantillas célticas es el lógico producto de cada coyuntura: categoría, director deportivo, técnico... Mouriño, como él mismo ha confesado, creyó que la plantilla que tomaba de Horacio era de solvencia garantizada y no la retocó de la forma conveniente. Las siguientes temporadas, condicionadas además por la reestructuración traumática que todo descenso supone, ofrecieron la extraña mezcla cocinada por Ramón Martínez: cedidos de clubes grandes que no llegaban a cuajar (algunos han triunfado después, como Diego Costa y Mario Suárez) y fichajes de nivel bajo, muchos de los cuales resulta incluso difícil recordar. Nada florecía entonces. Eusebio abrió las puertas a la cantera y generó un cimiento sobre el que después edificaría Paco Herrera, con la aportación además de sobrios profesionales como De Lucas, Bustos, López Garai, David Rodríguez... En Primera se ha ido afinando el conocimiento del mercado internacional. Hoy, el Celta es un referente en acierto, desde determinadas constantes: plantillas cortas, un núcleo estable, jugadores polivalentes, corta edad media...