Dos victorias en diecinueve partidos suenan a certificado de defunción. El Academia Octavio no puntúa desde el 1 de noviembre. La escuadra viguesa es el distanciado colista de División de Honor Plata. Ninguna proyección coherente, a falta de once jornadas, le aproxima a la cota teórica de la permanencia, que suele situarse entre los 16 y los 20 puntos. Sin embargo, la escuadra rojilla sigue viva, por más que moribunda, y este sábado se juega en As Travesas ante el Amenabar su última bala.

Los deméritos de otros adversarios alientan esa última esperanza del Octavio, cuya único plan consiste en haber sido mejor que otros tres equipos cuando la campaña concluya el 22 de mayo. La identidad de esos rivales está bien delimitada porque el duodécimo, La Roca, se ha ido ya hasta los 12 puntos. El Octavio, con 4, fija su punto de mira en Cisne (10), Amenabar y Nava, estos dos últimos con 9 si bien con un partido menos. Todos ellos deben medirse todavía a los académicos.

Ni cuerpo técnico ni plantilla se engañan. Al Octavio le han pesado sus pecados y sus infortunios: las carencias propias de una economía de guerra por los excesos del pasado, evaluación errónea del potencial de la plantilla, renovaciones frustradas como la de Cerillo, lesiones como las de Silva y el propio Cerillo al poco de reincorporarse, una dinámica negativa difícil de superar para una plantilla de edad media adolescente, las exageradas sanciones a Jabato y Peque... El club no ha podido reforzarse en invierno como hubiera querido para remediar sus urgencias. Solo ha llegado Paul Mbanefo, un primera línea polaco tan tierno como sus compañeros. El veterano Yailán Hechabarría, la gran esperanza rojilla, se quedó haciendo gestiones para salir de Cuba mientras al presidente rojillo se le agotaba el plazo para inscribir a extracomunitarios. Son los que ya están los que habrán de apurar sus opciones.

El calendario establece que es ahora o nunca, en las tres próximas jornadas. Atrás quedan las dos últimas derrotas ante favoritos al ascenso como Valladolid, ante el que se compitió de forma sobresaliente, y Zamora, contra el que se repitieron los errores habituales. "En Zamora no estuvimos bien desde un principio", reconoce Jabato, pese a que en la primera parte el marcador era decente. "Aguantamos gracias a las intervenciones de Lloria y a que no defendimos mal del todo. Pero en ataque nos costó mucho".

El próximo rival es el Amenabar, antepenúltimo. Los vigueses visitarán después al Nava, penúltimo. Y volverán a casa para recibir a La Roca. Ya después volverá a empinarse el calendario. Pero en la agenda queda todavía el partido contra el Bordils. Y la esperanza de llegar vivos a las dos últimas jornadas para jugárselo con Cisne y Alcobendas.

"Si ya perdemos el partido del sábado prácticamente será imposible", acepta el entrenador del Octavio, Jabato. "Pensar que puede ser una final debe servirnos como motivación más que como una presión extra. Somos conscientes de que la situación es francamente complicada. No queda otra que aprovechar las oportunidades que nos restan. Esta es buena para intentar romper la dinámica". Jabato invita a sus chicos a "salir con más ganas y dejarnos de quejas, de historias, de pensar que hemos estado cerca. Necesitamos sumar los puntos, que es lo que puede darnos el vuelco a esta dinámica negativa".

No se le escapa que la permanencia, en cualquier caso, "está complicada". Explica: "Dejamos escapar los partidos de Alcobendas y Gijón en casa. Eso nos hace estar más mermados de lo que podíamos pensar. Al principio sufríamos bajas y pensamos que cuando estuviésemos todos seríamos más competitivos. Lo hemos sido, pero no hemos tenido la suerte de poder dar la vuelta en los momentos finales a partidos que se nos pusieron en contra. Siempre hemos estado por detrás. Aún podemos lograrlo. Pero tenemos que empezar a sumar ya o será imposible".

Jabato, que ha probado todo tipo de sistemas y combinaciones, simplifica la receta: "La victoria ante el Amenabar pasa por tener mucha intensidad, más que la que pueda meter cualquier otro equipo, sobre todo en nuestra casa. Ser competitivos pasa por eso tanto en ataque como en defensa, moviendo muy rápido el balón y que nuestros jugadores más habilidosos tengan también el día y puedan desequilibrar. Y estar atrás muy seguros. Allí en la primera vuelta fue al contrario. Salimos relajados, a la expectativa, y se nos fueron. Ellos sí demostraron ganas de sumar. Es a lo que nosotros nos tenemos que agarrar, que la venganza nos sirva de estímulo".