Cuando llevas veinte años sin ganar en Vallecas y además te presentas con un equipo plagado de suplentes, lo más probable es que no salgas vivo. Eso es lo que le pasó ayer al Celta, que lo ha fiado todo al partido de Copa en el Calderón. La posibilidad de alcanzar la décima semifinal del torneo del KO es una tentación a la que ni el club ni la afición quieren renunciar. Y para llegar en las mejores condiciones posibles al duelo del miércoles contra el Atlético de Madrid, Berizzo cumplió su palabra de presentarse ayer en Vallecas con un once de circunstancias. Es más, el técnico argentino incluso se mostró ayer más generoso con el rival que en las primeras eliminatorias de Copa contra equipos de menor entidad, como el Almería y el Cádiz. Solamente mantuvo a tres de los futbolistas que empataron a cero goles contra el Atlético de Madrid: Planas, Sergi Gómez y Radoja. Como dispone de una plantilla corta, Berizzo tuvo que recurrir a Goldar y a Borja Fernández, del filial, para completar el equipo inicial, en el que Claudio Beauvue también debutó como titular cuando apenas lleva una semana en Vigo tras ser traspasado por el Olympique de Lyon. Drazic y Señé también tuvieron otra oportunidad, como si fuese otro partido de Copa contra un Segunda B.

La apuesta a una sola carta le salió mal al Celta frente a un Rayo Vallecano al que comienza a apretarle el zapato. Partían los madrileños de la penúltima plaza de la clasificación, después de encadenar nueve jornadas sin ganar. El conjunto de Jémez no podía desaprovechar la gran ocasión que ayer le ofrecían los célticos para remontar el vuelo y salió al campo a comerse el balón y al rival.

Con un Celta tan inexperto y tierno, era el día propicio para un veterano superclase como Trashorras, aunque al lucense no le dio tiempo de tocar el balón cuando Bebé superó por la banda a Hugo Mallo y su disparo lo desvió Sergio Álvarez al palo derecho de su portería. Era el minuto tres de partido y el Rayo Vallecano ya había estado a punto de adelantarse en el marcador.

La noche se anunciaba peligrosa para el equipo vigués, que un minuto después inició su particular sufrimiento con las acciones a balón parado que manejaba Trashorras. En el primer córner que lanzó el excéltico al área de Sergio, el palo volvió a salvar a los de Berizzo, tras un remate de cabeza de Llorente. En menos de cinco minutos, el conjunto madrileño tenía contra las cuerdas a un Celta con un juego desconocido. El balón quemaba en los pies de la mayoría de sus futbolistas y la defensa rival disfrutaba jugando de cara para que Trashorras condujese a los suyos hacia la victoria.

Así, con el balón por las nubes, las ocasiones solamente se sucedían en la portería de Sergio Álvarez, que neutralizó una ocasión de Quini, pero nada pudo hacer ante el doble remate de Miku en el minuto 20. Trashorras se llevó el balón por la banda y asistió al delantero venezolano, que primero remató al palo y tuvo la fortuna de recoger el rebote para fusilar al portero del Celta. Veinte minutos aguantó en pie el plan b de Berizzo en Vallecas. La Copa tiene preferencia para los celestes. Para el Rayo, su única preocupación es la Liga y con el rival herido se fue a por él para asestarle un golpe mortal.

Con Orellana, Cabral, Hernández, Jonny y Guidetti en el banquillo y Aspas y Wass en Vigo descansando, el Celta ayer era un equipo irreconocible, que intentaba no sufrir demasiado por apostarlo todo a la Copa.

Tras otro remate de Bebé, Trashorras se fue nuevamente hacia el córner y desde allí puso el balón en la cabeza de Tito ante la pasividad en la marca de los zagueros celestes.

El segundo gol no tranquilizó a los de Paco Jémez, ante un adversario que seguía desorientado y confuso en Vallecas, ese campo donde no gana en Primera desde 1996. Lo que el Atlético le negó en la Copa a los rayistas se lo estaba devolviendo indirectamente en la Liga gracias al partido de trámite que había planteado ayer el Celta ante la posibilidad de dar la campanada el miércoles en el Calderón.

Y cuando a la media hora de juego el partido parecía ya decidido a favor de los madrileños, los célticos montaron la primera contra con Bongonda y Beauvue. El francés centró desde la izquierda para Drazic. El serbio se precipitó en la carrera para alcanzar el balón y se resbaló cuando se esperaba su remate a gol.

En el área de enfrente, el equipo que más goles marca en jugadas a balón parado siguió buscando un marcador más abultado. Y de nuevo apareció Trashorras para lanzar una falta lateral. El remate lo cazó en esta ocasión Jozabed. Con el 3-0, la noche amenazaba con una goleada escandalosa a un Celta que no encontraba soluciones en una primera parte que se cerró con otro remate que salió rozando el palo de la portería de Sergio.

Sin querer variar el plan, Berizzo siguió pensando en la Copa durante el descanso y decidió cambiar a Radoja por Pablo Hernández, dos de los candidatos a la titularidad en el Calderón. El centrocampista serbio fue de los pocos que se salvó del naufragio de la primera mitad. La segunda arrancó con el primer remate a portería de los célticos. Hugo Mallo lanzó contra Juan Carlos, que le ha ganado la titularidad al vigués Yoel Rodríguez.

La superioridad en el marcador y el cansancio del Rayo evitaron que los de Berizzo se marchasen de Vallecas con un marcador de escándalo, porque el equipo de Jémez siguió creando claras ocasiones de gol (Miku mandó a las nubes el balón cuando estaba a cinco metros de Sergio Álvarez), ante un Celta que carecía de ideas y fuerza en ataque, mientras intentaba minimizar los daños que una actuación tan nefasta podrían causarle para el futuro inmediato a jugadores de la cantera o los jóvenes que intentan abrirse paso en una plantilla con los papeles muy definidos en estos momentos y que ayer lo apostó todo por un partido que el miércoles le llevará de nuevo a Madrid. Esta vez será para pelearle a todo un Atlético de Madrid una semifinales de la Copa del Rey. Si ese partido sale bien, nadie se acordará de lo sucedido ayer en Vallecas.