Los aficionados que ayer acudieron al campo de Barreiro por fin pudieron disfrutar de una buena tarde de fútbol, aunque en ciertos momentos no faltó esa dosis de sufrimiento a la que el equipo entrenado por Javi Torres nos tiene acostumbrados esta temporada. Confirmado el potencial del equipo en Barreiro, ahora solamente falta que los jugadores hagan lo mismo lejos de casa.

No cabe duda que lo mejor del partido de ayer sucedió en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego. Hubo de todo, goles, penaltis, un cambio por lesión y, por momentos, buen fútbol. Como no podía ser de otra forma fue el equipo vigués quien quiso dar el primer paso hacia la victoria, pero enfrente se encontraron con un equipo atrevido, que no se quiso quedar atrás y que se fue arriba buscando el gol. Sin embargo, cuando quieres jugar de esta manera debes replegarte bien, y eso no lo hicieron los navarros, que a los cuatro minutos encajaban el primer tanto tras un robo en la frontal del área.

No se amilanó el Izarra y continuó buscando el gol, que pudo llegar a los quince minutos cuando Pito dispuso de una pena máxima que, Iván Villar, despejó. Pero es ariete navarro no falló diez minutos más tarde, con un saque de esquina que remató solo al primer fallo, que estaba mal cubierto, logrando la igualada. Fue un jarro de agua fría, pero el Celta B no se vino abajo.

Cierto es que en esta ocasión la línea de creación del equipo entrenado por Javi Torres estuvo a un nivel muy alto. Todos los balones pasaban por Borja Domínguez y Jordan, buscando buenas líneas de pase hacia las bandas. Y es que los jugadores vigueses no tardaron mucho tiempo en darse cuenta lo fácil que era penetrar por las bandas, sobre todo por la derecha de su ataque, en donde los defensas no eran capaces de sacar el balón.

Pudo el Celta B desnivelar el marcador a la media hora, cuando Cacho derribó a Guille, señalando el colegiado, sin dudar, el punto de penalti. Borja Iglesias fue el encargado de lanzar la pena máxima, pero lo hizo mal despejando Aitor Navarro el balón.

A pesar del error, el Celta B mantuvo el mismo ritmo e idéntica forma de juego, sacando el balón jugado desde atrás, abriendo hacia las bandas y buscando dentro del área para disparar. Por fortuna para los vigueses, su segundo gol llegó a ocho minutos para la conclusión del encuentro, cuando una nueva contra acaba con un potente disparo de Borja Iglesias que el portero no ataja, dejando el esférico a los pies de Fragapane, que no tiene más que empujar el balón al fondo de la red.

Una primera parte loca que acabó con el Celta B por delante en el marcador ante un Izarra peleón, con mucha presión arriba, pero con importantes lagunas en la zona defensiva.

Tal y como era de esperar, la segunda parte comenzó con un cuadro navarro que continuaba presionando buscando un nuevo tanto que los metiera de nuevo en el partido. El Celta B estaba cómodo sobre el terreno de juego y sabía, tras lo visto en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego, que un robo podía provocar una contra que sentenciara definitivamente el encuentro.

Así fue cuando a los quince minutos, Fragapane hacía su segundo tanto que dejaba el encuentro poco menos que sentenciado. A partir de ese momento, el cuadro vigués tocó y tocó el balón esperando que el rival se echara atrás para dormir el partido y dejar que pasaran los minutos. Lejos de eso, el Izarra continuó jugando ofensivamente buscando un segundo gol, pero con lo que se encontraron fue con un nuevo tanto de Borja Iglesias, que no dejaba opción a las dudas.

La confianza y tranquilidad que ofrecía el marcador se reflejó en el juego de los célticos, que comenzaron a tocar y tocar, gustándose y ofreciendo una imagen que dista mucho de la ofrecida no hace muchas semanas. El partido de ayer dejó claro que este equipo, con un poco de confianza, puede hacer cosas grandes en la competición.

Otra cosa es lo que sucede lejos de Barreiro, pero jugando como se hizo ayer las victorias lejos de su terreno de juego no deben tardar en llegar para vivir un final de liga de lo más tranquilo.