El Celta sacó ayer fuerzas de flaqueza para sobrevivir a las tendencias suicidas de Aurtenetxe, que se autoexpulsó con una acción alevosa, y rescatar sobre el alambre un punto que deja la permanencia a tiro de piedra. Más que nunca esta temporada tuvo el conjunto de Luis Enrique la virtud de la fe. Resistió y se repuso al torrencial arranque de un rival de pegada demoledora y tuvo la destreza para navegar en aguas turbulentas y remontar (e incluso tener una última opción de ganar) un encuentro que se puso pernicioso cuando, a la vuelta del descanso y por debajo en el marcador, el zaguero vasco enfiló el camino de la ducha por propinar a Carlos Vela una patada infamante.

A pesar de la molicie con que el Celta se manejó en defensa y las ocasiones dilapidadas por un adversario con nula propensión al indulto, el equipo vigués tuvo la gallardía de no dar nunca el partido por perdido, recursos para revolucionarlo y oficio para madurar un buen resultado.

la danza de los centrales

Sobradamente conocida es la aversión de Luis Enrique a repetir equipo, incluso cuando las cosas han funcionado razonablemente bien. El asturiano ha variado su alineación en 31 ocasiones en 33 partidos buscando siempre un plus de competitividad, bien para premiar el trabajo de la semana, bien para desconcertar al rival.

El continuo movimiento de piezas ha afectado de modo evidente al eje de la defensa, que ha movido con decisiones poco comprensibles y a menudo fallidas, incluso cuando parecía haber dado con la tecla adecuada. La inclusión de Aurtenetxe para adelantar a Fontás a medio campo a punto estuvo de costarle el partido, porque el zaguero vasco, además de blandito y exsangue, mostró una delirante querencia a complicarse la vida con acciones kamikazes. El futbolista cedido por el Athletic fue el punto débil de una línea que no tuvo ayer su mejor tarde y que curiosamente mejoró sus prestaciones con la entrada de Íñigo López, uno de esos tipos que siempre cumple y que dio al balance defensivo del Celta un plus de seguridad.

el regreso del viejo león

Con la fractura de nariz sufrida en Vallecas por consolidarse y cuatro tarjetas encima, Luis Enrique prefirió ayer dar descanso a Charles. La elección para suplir al goleador céltico fue Mario Bermejo, el viejo león, que tiró de oficio para volver loco a Íñigo Martínez y forzar de la nada un penalti -tercero a favor esta temporada y segundo en dos partidos- que Nolito no desaprovechó. Casi un año después de su último partido como titular con el Celta, el veterano luchador está de vuelta.

Nolito tira del carro

A pesar de algunas voces pusieron en duda su forma física, el atacante gaditano ha demostrado que el Celta no se equivocó con su fichaje. Con su tanto de penalti a la Real Sociedad iguala a Charles como máximo artillero del Celta, con ocho goles. Y a pesar de haber estrellado otros tantos balones en los postes esta temporada, Nolito es el hombre que ha tirado del carro goleador del Celta en los últimos meses. Tres de los últimos cuatro goles llevan su firman y los tres servido para dar puntos al equipo. Ayer frente a un rival de tanto fuste como la Real, el gaditano colaboró notablemente en defensa, que no es una tarea en la que suela implicarse.

el factor helenio herrera

Cuando la cosa pintaba peor, el Celta fue capaz de ser fiel ayer al viejo dicho de Helenio Herrera, el legendario entrenador argentino que sostenía que al fútbol se juega mejor con diez que con once. El Celta, desde luego, lo hizo así durante algunos minutos del partido en los que asumió grandes riesgos en busca del empate.

revolución desde el banco

La aportación de los hombres del banquillo fue una de las mejores noticias del partido. Luis Enrique acertó de pleno con los cambios. Santi Mina y Orellana dieron un plus de ambición y mordiente al equipo -entre ambos fabricaron la jugada del gol del empate-, que ganó también seguridad con la entrada de Íñigo López. Mina anotó su segundo gol en un momento decisivo y volvió a dar muestras de madurez, casi ya con el tiempo cumplido, cuando no dudó en acaparar la pelota para dormir el partido. Orellana dio chispa al ataque en un momento en que parecía que al Celta se le iban la agotar las ideas. López, por último, dio fortaleza y equilibrio a la defensa.