El Zaragoza confirmó que hace una semana los tres puntos que sumó ante el Mallorca habían sido algo más que eso y su transformación la padeció el Rayo Vallecano, un equipo que llegó a la capital aragonesa con aspiraciones europeas y se dejó buena parte de ellas para además salir goleado.

La segunda victoria del 2013 ofreció la imagen de un equipo que su afición, que volvió a responder de manera incondicional y llenó las gradas.

Los vallecanos saltaron al césped con algo más de mordiente que los locales, que no tardaron mucho en asentarse sobre el terreno de juego.

En los primeros minutos, ambos equipos realizaron un buen juego combinativo que no terminaban de concretar en acciones ante la portería rival, aunque eran los zaragocistas los que daban una mayor sensación de peligro ante un rival que no renunciaba a nada y buscaba, principalmente por las bandas, en todo momento la portería de Roberto.

El conjunto de Jiménez se mostraba muy intenso en todas sus acciones sobre todo a la hora de presionar la salida del balón de los vallecanos, que no eran capaces de encontrar huecos entre las líneas blanquillas.

Tras varios remates sobre la portería defendida por Rubén, el lateral Abraham se metió en el área y su centro lo interceptó con la pierna Figueras, en una acción que el colegiado interpretó que había sido con la mano y señaló penalti. Apoño no desperdició la octava pena máxima que le han señalado al Zaragoza este curso.

Lo que no habían conseguido en la fase final del primer tiempo, los blanquillos lo consiguieron a los cinco minutos de la reanudación en un balón que cortó de cabeza Pintér hacia Víctor Rodríguez, cuyo centro remató a bocajarro Postiga y el rechace lo envió al fondo de las mallas Rodri.

Los frutos del Zaragoza llegaron en los instantes finales en una contra de Apoño que Postiga terminó estrellando en el poste. Un minuto después fue Romaric quien asistió a Apoño, que de un potente disparo marcó el tercer gol que les aseguraba su triunfo más cómodo del curso.