Valery Karpin va modelando el Spartak de Moscú a su medida. Desde que en 2008 iniciase su etapa como director deportivo del conjunto ruso ha ido dando pasos en la búsqueda de un equipo de su absoluta confianza. Se ha rodeado de antiguos compañeros como Dimitri Popov, ex del Compos y del Racing de Santander, que ejerce como secretario técnico o Lediakhov, que militó en el Sporting de Gijón y en la actualidad es su segundo entrenador. El último en sumarse a su lista de colaboradores es el vigués Eduardo Domínguez que ejercerá como preparador físico y que, tras dieciséis años consecutivos en Primera División con el Celta, Espanyol, Real Sociedad y Deportivo, por primera vez emprende una aventura lejos de España.

Domínguez vuela por primera vez lejos de Lotina, con quien ha compartido los últimos nueve años de profesional. Antes de dar el sí a los rusos habló con el técnico de Meñaka que le animó a aceptar la propuesta de Karpin: "Es un paréntesis en la relación. Entendió perfectamente la situación y él mismo me dijo que tenía que aceptar la propuesta porque era muy buena".

Karpin ya había intentado esta operación en 2008 cuando se incorporó al Spartak como director deportivo: "Me llamó, pero en aquel momento era imposible porque tenía contrato con el Deportivo. No podía dar ese paso. Lo entendió perfectamente y quedamos en que si surgía en el futuro la posibilidad pues lo estudiaríamos. Y ahora se dan las circunstancias para aceptar".

Domínguez entiende que el reto es apasionante por muchos motivos y que le apetece compartir vestuario de nuevo con Karpin y ayudarle en su tarea de llevar al Spartak a competir con los mejores equipos europeos: "Ir de la mano de Karpin a mí me ofrece muchas garantías porque es el mejor aval posible para aterrizar en el Spartak. Allí tiene el control absoluto del club y eso supone una tranquilidad para mí. Sé que desde que llegó está tratando de modernizar muchas cosas en el club para hacerlo más competitivo, llevarlo de nuevo a competir por títulos ya que hace tiempo que no ganan y me ilusiona tratar de ayudarle en esa tarea. Ese es uno de los motivos por los que se ha ido rodeando de gente de su confianza".

El preparador vigués reconoce que le cuesta cambiar el "chip" y ver a Karpin de otro modo que no sea como futbolista: "Es curioso, pero me ha pasado en las conversaciones que teníamos estos días. Ahora mismo lo sigo viendo como futbolista y no soy capaz de diferenciar que es el director general y mi jefe directo". Y eso lleva inevitablemente a hablar de la fuerte personalidad del exjugador del Celta: "Cuando trabajábamos juntos en Vigo tenía constantes peloteras con él. Su forma de ser es muy particular, es crítico y muchas veces nos costaba ponernos de acuerdo. Pero también es verdad es que si le justificabas las cosas las aceptaba sin dudar. Me ha dicho que no quiere gente que le diga sí a todo y supongo que aquella relación que teníamos pues ahora será parecida, pero en una faceta diferente cada uno". Insiste Domínguez en que "trataré de convencerle de cosas y sobre todo ayudarle a que sea mejor entrenador. Un buen jefe es el que sabe delegar y estoy seguro de que Karpin lo es".

Tras dieciséis años seguidos en la Liga española (comenzó en el Celta con Fernando Santos en 1995 y trabajó además con Irureta, Víctor Fernández y Lotina) el vigués admite que "necesitaba un estímulo diferente, el reto de un país extranjero, otro club, otro idioma, otra cultura...".