La Liga de 23 equipos amenaza a la ya superpoblada Segunda División. El Cádiz ha impugnado frente al Comité de Competición el resultado del último partido frente al Hércules por alineación indebida del futbolista juvenil Kiko Femenía, un choque que concluyó en empate (1-1) y que significó la consumación del descenso del equipo amarillo a Segunda División.

El Comité de Competición aplazó ayer su decisión sobre el caso ante el que, sobre el papel, existen dos opciones: dar el partido por ganado por 3-0 al Cádiz, lo que significaría el descenso del Córdoba, o bien salir la próxima temporada con una Liga de 23 equipos.

El Celta, por el momento, no se pronuncia sobre el caso, aunque seguramente hará oficial su postura una vez que los diferentes comités federativos -todo apunta a que el caso puede pasar primero por Apelación y acabar en el Comité Español de Disciplina Deportiva- emitan su veredicto.

El aplazamiento de Competición genera, en cualquier caso, muchas dudas porque la decisión debería estar tomada antes de que se apruebe el calendario de la próxima temporada, lo que normalmente tiene lugar a mediados del presente mes de julio.

Lo que está claro es que una Liga de 23 equipos es una solución que no es del gusto de nadie (salvo del Cádiz o del Córdoba), pues tan sólo contribuiría a complicar una categoría que ya es de por sí extraordinariamente larga. El hecho de jugar con un número de equipos impar obligaría, además, a que cada jornada descansase un equipo.

En el caso de que se aprobase una Liga de 23 equipos, el Celta tendría sobradas razones para sentirse agraviado. Conviene no olvidar que por un episodio similar, el caso Toni Moral, se le dio por perdido el partido jugado frente al Xerez y aquella decisión estuvo a punto de costarle nada menos que el ascenso a Primera División, que el cuadro celeste obtuvo en la última jornada de LLeida.

Por último, y en medio de la polémica, aparece el Racing de Ferrol solicitando una Liga de 24 equipos (en la que ellos mismos estarían incluidos). Los departamentales alegan para ello los problemas que generaría una competición con un número impar.