En el nuevo espacio de San Benito, donde tiene que celebrarse el mercadillo desde ahora por las obras en el lugar tradicional, no hay sitio para todos. La solución del gobierno porriñés es dejar fuera a los últimos en incorporarse, pero, si no existe una archivo de solicitudes ¿Quiénes son los últimos?

El Concello decidió elaborar una lista en base al conocimiento de la Policía Local y preguntando a los propios vendedores. Estos hicieron una comisión y una lista cerrada "en la que aparecen los más antiguos, los que pueden entrar el recinto reducido", afirman.

La sorpresa salta cuando son treinta los que deben quedar fuera y entre ellos algunos senegaleses. La denuncia realizada por el PSOE, tomando como base informes que maneja Comisiones Obreras, motivó ya cruces de acusaciones con el edil de mercados, Marcos Rodríguez Novas, que deficiente la posición tomada y el PSOE entiende que entre los expulsados existen vendedores "más antiguos que algunos que quedan".

Esta posición de Iván Vaqueiro no ha sido bien entendida por la llamada Asociación de Empresarios de Galicia dedicados a la venta ambulante, cuyo presidente es José Ramón Fernández y uno de sus portavoces Sinaí Jiménez, que ayer afirmó que no se quiso expulsar a los senaleses del mercado y confirmó que una comisión de vendedores elaboró la lista de todos los que entraron en el mercadillo reducido. "No es que nosotros elaborásemos la lista y el concello nos hiciera caso, es que nuestra lista coincide con la del Concello salvo en un caso que se va a resolver...", dijo a FARO.

Según el parecer de esta asociación "los vendedores que quedan fuera son provisionales ya que se fueron incorporando al mercadillo sin control", dijo.

La postura es similar a la oficial del Concello que culpa a los socialistas de haber descontrolado el mercadillo cuando gobernaban.

Para conocer la realidad hay que retrotraerse a 2005, cuando el pleno con los votos del PP y BNG –una amplia mayoría entonces entre ambos– decidieron dejar sobre la mesa la ordenanza que regulaba el mercadillo y nunca más volvieron a hablar de ella. Tanto populares como nacionalistas se percataron entonces que muchos ambulantes estaban censados en Porriño.