Esta mañana me he levantado un poco extraña, lo reconozco... He ido a por mi café recién hecho, alguien posó un beso en mi mejilla, aparté la cara. Gruñona y malhumorada dirigí mis pasos al trabajo donde no me dio la gana de responder a cuatro compañeros que muy amablemente me dieron los buenos días, creo que incluso alguno sonrió, ¿una sonrisa amaneciendo?... ¡¡¡oh Dios mío!!!

Con los quehaceres de cada día casi entro en parálisis facial y/o muscular (consecuencia de inexpresión emocional, ejem). Un compañero (qué torpe), quiso darme un abrazo dado el tiempo sin vernos, le lancé cual murciélago una mirada que le alejó al momento diez pasos o más.

Con mi jornada laboral dada por finalizada, salí cabizbaja e intentando no tropezarme en las escaleras, mientras escuchaba algún que otro "hasta mañana", "buen día", y frases de esas raras que no están nada, pero nada, a la orden del día... ¡¡¡qué valor!!!

La tarde pasó sin muchos altibajos dada mi conciencia tranquila y vacía de remordimientos, y con el corazón bien encanutillado en alambres de óxido caseros y callejeros, bah.

Algún vecino se cruzó en mi paseo cotidiano pero no le di mucha baza a sus palabras, al fin y al cabo solo llevo años conviviendo con ellos.

Y así, casi sin darme cuenta, caían lentamente mis párpados entre sábanas deshilachadas de principios y valores... Supongo que muchas conciencias dormían ya, sin darse cuenta tal vez de haber tronzado sentimientos ajenos durante el día.

En fin, la ironía hoy me ha hecho escribir un absurdo en mi manera de ser, pero sí es cierto que me tropiezo constantemente con mucha mala educación (¡anda la peli del Almodóvar!), que empieza a ser cotidiana, y eso es lo que me duele, sobre todo por nuestros retoños, por los que transcurrirá el tiempo entre idas y venidas de bipolaridades continuas.

Conste no me salvo muchas veces también en mis maneras. Que, como dice mi amigo Raúl, falta autocrítica. Yo diría, falta mirarnos al espejo y cuestionar qué es lo que está pasando, culpables o no, "presuntamente", vaya.

(Alguien me preguntó el otro día: "¿No vas a cambiar nunca verdad?, aunque te dañen de nuevo"; Yo respondí: "Prefiero enamorarme y desenamorarme de las personas continuamente, para mí eso es vida, sentir es maravilloso, en cualquier versión).