Que la transición de 1978 fue ejemplar nadie la discute. Solamente una cosa no quedó bien definida: la cuestión territorial. Los que ya tenemos edad y vivimos aquella época lo sabemos. Se trataba de empezar un nuevo modelo político en democracia partiendo en lo posible de la situación legal que había en la república. Y es que en el momento en que estalló la guerra civil existían tres estatutos de autonomía, el gallego, el vasco y el catalán. Por tanto los redactores de la Constitución del 78 tenían que tener en cuenta esta circunstancia y así la hicieron constar, denominando a estas tres regiones españolas "nacionalidades" para de alguna manera diferenciarlas del resto. Pero a su vez esta diferenciación implicaba también discriminación política, por lo que optaron por una decisión salomónica: Ya que tenían que reconocer la autonomía de estas tres regiones, se inventaron autonomías donde antes no las había y nadie las había reclamado, el famoso "Café para todos".

Y así llevamos cuarenta años del Estado de las Autonomías, con parlamentos regionales que eran innecesarios, con celos y agravios comparativos entre unas comunidades y otras, etc. Hace falta arreglar esta situación, si se puede. Recientemente parece que hay un intento por parte de un grupo de catedráticos de derecho constitucional (el Sr. de Carreras entre ellos) para sentar las bases del debate.

Y mientras esto se arregla surge de pronto el tema de Cataluña. Los independentistas dan un golpe de estado y declaran que Cataluña es una república independiente de España. Y este paso lo dan a partir de 2014 aprovechando la grave crisis económica que sufría el país. Ese era el momento. Pero lo llevaban preparando desde mucho tiempo atrás, consiguiendo del Estado competencias que nunca debieron haber tenido, como por ejemplo, la educación. Si durante cuarenta años estuvieron educando a los niños en el afán independentista no es de extrañar que aquellos niños, ahora personas con cargos políticos, reaccionen como hemos visto.

Cataluña, desde siglos, estuvo creciendo a costa del resto de España. Ya en el siglo XVIII conseguía aranceles para proteger su industria textil de la competencia británica que ofrecía sus productos a mejor precio y mayor calidad, consiguiendo con eso engordar los bolsillos de los industriales catalanes a costa de los bolsillos del resto de los españoles que tenían que pagar ese sobreprecio. Y así siguieron, con las colonias de Cuba y Puerto Rico, etc. Por eso que aquello de "España nos roba" más bien fue al revés.

Con la marcha de las empresas de Cataluña al resto de España se está consiguiendo una restitución histórica de la verdadera economía catalana. Y eso es algo que el resto de los españoles les tenemos que agradecer a los que originaron este sinsentido que estamos viviendo.