Un día azul, un día lluvioso; perdedores o ganadores; el capitán Ahab, Donald Trump; cincuenta pasos y un fracaso. Ya nadie quiere ser el mismo, ya nadie quiere que el triunfo en su vida signifique haber hecho algo en ella que merezca ser recordado aun cuando nadie se acuerde de ti pero sí de tus actos: a ocho vueltas por segundo alrededor de la Tierra los bits de internet hacen que nuestro mundo no sea capaz de seguir esta dictadura de tendencias, que duran tanto como tardan en aparecer las siguientes; a veces meses, a veces semanas, a veces se cuenta el tiempo por los cientos de jóvenes que han perecido en el intento de ser más populares, de no volver a ser nunca más los apestados de la clase. Ciento treinta y cuatro vidas devoradas por una "ballena azul" en Rusia, como Moby Dick hizo con la tripulación del Pequod, cegada por la rabia y la sed de venganza ante la invisibilidad en su entorno les condujo a intentar vencer a la Ballena Azul, y de esta forma, nunca más volver a ser rechazados.

Da igual lo que seas y cómo hayas conseguido serlo. Da igual lo que hagas o cómo lo hagas. Lo único que realmente importa es tu número de seguidores ( followers). No eres nadie si en tu Facebook o en tu Twitter? tienes pocos seguidores. Puedes ser un premio Nobel o haber decidido emplear tu tiempo en una ONG; a nadie le importará si no tienes seguidores. Este es el primer mandamiento del hombre más inseguro del mundo: Donald Trump; que ha necesitado de una presidencia y de un dedo pulgar para estar disparando sandeces, cual de una ametralladora se tratase, a través de su Twitter para ser eternamente popular a costa de la sangre de sus seguidores.

Quizás aún podamos pensar que es posible elegir en la vida: ser un jugador, ser un observador. O peor todavía, ser un hater, una persona que odia por sistema a otros. Ya no basta con tener followers. La siguiente moda es no perecer ante todos los que te odian sinceramente o por deporte en el anonimato de un lugar verdadero en internet. Cincuenta pasos, cincuenta pruebas para desaparecer en las fauces de una "ballena azul".

Decía el Capitán Ahab: "Los lugares verdaderos no están en ningún mapa".