Hace algunos años, rebuscando en un viejo baúl, aparecieron unos papeles escritos a mano con buena caligrafía, entre ellos se encontraba uno que resultó ser una partida de nacimiento de mi abuela materna, a la cual no llegué a conocer. Así me enteré de su año de nacimiento, además de un montón de apellidos para completar el árbol genealógico por esa vía.

La curiosidad me llevó a preguntar a mi madre por la existencia de dicho documento y al comprobar la fecha del mismo de diciembre de 1909, me aseguró que tenía que ver con su partida hacia América, más concretamente a Argentina, en busca de un futuro mejor como tantos españoles en esa época. Hacia allí se fue con un hijo pequeño y sin saber leer ni escribir. Su marido la esperaba en Bahía Blanca donde había llegado un tiempo antes tras vender casa y propiedades para pagar el pasaje del barco desde Vigo. También me contó que el vapor que iba a tomar se había hundido justo antes del embarque y el miedo que cogió la hizo pensar en dar la vuelta a su pueblecito de León. Hasta aquí la intrahistoria de mi familia.

A partir de aquí la historia de como un nieto suyo domiciliado en Pontevedra comienza a indagar en el gran buscador y cual lámpara de Aladino concede deseos impagables. Recopilados todos los datos posibles la historia hasta aquí contada se completa y ¡de qué manera! La pobre abuela tenía que presentarse dos días antes de la fecha de embarque en la agencia consignataria Juan Tapias, situada en la calle Areal, con toda la documentación en vigor (incluida la partida de nacimiento). El barco hundido para el que tenía billete se trataba del Southern Cross, un trasatlántico inglés que encalló el 24 de diciembre de 1909 en los bajos de A Borneira, en Cangas. Procedía de Liverpool, Bilbao y Santander y venía a recoger pasaje a Vigo con destino a Buenos Aires y Montevideo. Se hundió el día de Navidad dejando un fallecido y algunos heridos. El precio del medio pasaje (solo ida) era de 101 pesetas. Tras esperar en la ciudad olívica un tiempo indeterminado los pasajeros fueron embarcados en el vapor Raphael, nave británica de casco de acero botada en 1898 en Glasgow; se utilizó para llevar tropas a la guerra de los bóeres y estaba especialmente diseñada para transportar ganado en sus cubiertas en los viajes de vuelta desde Sudamérica hacia Inglaterra. El barco fue finalmente desguazado en el año 1930.

Después de unas tres semanas de travesía por el Atlántico llega a Buenos Aires Aquilina Femández del Río,que así se llamaba mi abuela, el día 22 de enero de 1910, con 25 años de edad, de procedencia y profesión desconocida, así como su estado civil, acompañada de su hijo de 6 años, procedentes de Vigo a bordo del barco Raphael, todo según el archivo de entrada. Años más tarde regresaría a España, pero esa ya es otra historia.

Solo agradecer al santo el poder de resucitar a la abuela Aquilina para sus descendientes y tener la posibilidad de imaginarla con su baúl y su hijo en las peripecias y aventuras que tuvo que pasar en el viaje de ida y vuelta a la gran América.

¡Ah! Y al santo se le reza sentado en la silla en los ratos libres.